La transición, la mal llamada transición, está a la vuelta de la esquina. Andrés Manuel López Obrador llegará a la presidencia rodeado de esperanzas, sueños, anhelos y demandas que el tabasqueño deberá intentar cumplir a como dé lugar. AMLO recibe un país fracturado, marcado por un sexenio de violencia y corrupción; una sociedad dividida por el clasismo y la distribución inequitativa de la riqueza, una economía endeble y, una división política y social que amenaza con contribuir a la inestabilidad del país.
La derecha está resentida, los más están molestos con “los menos”; los partidos políticos que deberían fungir como oposición ante la avasallante mayoría de MORENA en el legislativo federal, se encuentran acéfalos, sin rumbo, no terminan de comprender en qué fallaron.
El PRI ha decidido que será el salinismo quien dirija “la reconstrucción” del partido, dejando de lado el sentir de una militancia que aún no se recupera de una derrota anunciada. El PAN sigue sin dar la cara, ¿quién recogerá los despojos?, ¿quién asumirá el liderazgo de un instituto político que fue destruido hasta la base por su propio dirigente? El PRD no tiene voz, cayó estrepitosamente del sueño de Cárdenas, no queda nada, ni ideales, ni sueños, ni partido. Los partidos pequeños no cuentan, carecen de voz y principios, se venden al mejor postor.
MORENA llegará al Congreso sin que exista una oposición real y responsable, con una mayoría que permitirá al Ejecutivo gobernar sin tanto trámite. Y, aunque esto puede favorecer la puesta en marcha de iniciativas que beneficien al país, es también una amenaza ante la pluralidad de la vida política. Sin oposición, la democracia se fractura, es endeble, carece de contrapesos que permiten, a todas las voces, ser escuchadas y consideradas.
El voto a MORENA fue un voto ciego, esperanzador, sustentado en el anhelo y el hartazgo pero hoy, ante un país carmín, cabe preguntarnos ¿elegimos bien?, ¿qué tan conveniente es dar todo el poder a un hombre?, ¿qué tan conveniente es que dependamos de partidos sin liderazgos reales para representar a la derecha?, ¿qué tan sano puede ser la ausencia de contrapesos reales en el congreso?
A quienes sobrevivieron al efecto López Obrador les espera una larga lucha si quieren recuperar la confianza de la ciudadanía antes del próximo proceso electoral federal; faltan tres años antes de que los partidos puedan dar batalla nuevamente. Andrés Manuel promete mucho, se presenta como un Presidente activo, inalcanzable, comprometido, amenaza con expulsar de su partido a los traidores y a quienes no comprendan el alcance y la responsabilidad que implica ser parte del movimiento que ha trastocado las estructuras del poder político mexicano.
El primero de julio, la ciudadanía entregó el país en bandeja de oro. Si usted es de los que no votó por Andrés Manuel, ¡Bienvenido a la democracia! Durante seis años, padecimos un gobierno corrupto, cínico e indiferente al sentir social; hemos pagado las consecuencias de aquella terrible elección en 2012; hoy, México viró hacia el lado contrario… o eso creemos.
Nos esperan meses de especulaciones, expectativas, realidades y enfrentamientos, estamos en la antesala del cambio o la continuidad. Nada está dicho hasta que Andrés Manuel rinda protesta para Presidente y comience a gobernar; hasta entonces, seremos incapaces de inferir el rumbo que tomará la nación y el sistema político; igual y todo sale bien, tal vez sale mal. Quizá en una suerte de epifanía, los partidos políticos descubren en qué fallaron; tal vez se transforman y se convierten en una oposición responsable que escuche a la ciudadanía y no a los intereses de las cúpulas partidistas. Igual y López Obrador cumple sus promesas y comienza a despedir a todos los servidores públicos corruptos. Igual y “nos convertimos en Venezuela.”
Fb elizabethcastrooax
elizabethcastro.mx