El milagro oaxaqueño

Ha iniciado una nueva administración y con ella llega un cambio a Oaxaca, tras seis años de un gobierno que prometió mucho y “cumplió” poco, ha llegado la hora de que Alejandro Murat ponga en marcha el plan de gobierno que habrá de hacer posible el “milagro oaxaqueño” del que tanto se nos ha hablado desde la campaña.

La analogía empleada por Murat refiere a Deng Xiaonping, líder de la República Popular de China que en los años setenta inició una serie de reformas económicas que resultaron en la transformación de la economía y la emergencia del gigante asiático. Dichas reformas se enfocaron en promover la generación de empresas y la liberación de los mercados; es decir, en promover el capitalismo y, con ello, mermar las regulaciones estatales para el ámbito empresarial. El milagro chino ocurrió cuando en menos de treinta años, China pasó de ser un país con una economía endeble a convertirse en una de las principales potencias económicas, con un crecimiento económico del 10% anual, transformándose en el mayor exportador e importador a nivel mundial.

Esto es, a lo que al parecer, aspira Alejandro Murat: convertir a Oaxaca en un Estado donde el crecimiento económico deje de ser un sueño y se convierta en una realidad. Sin embargo, para que esto suceda, se requiere de un cambio en la normatividad vigente así como de una serie de acuerdos tanto políticos como sociales que permitan la puesta en marcha de mecanismos y acciones que logren atraer mayores inversiones al Estado; en este contexto, se inserta la creación de una zona económica especial en el Istmo de Tehuantepec, proyecto que se ha ido posponiendo desde hace casi un siglo y que podría convertirse en un referente a nivel nacional e internacional, permitiendo que Oaxaca salga del aletargamiento en que se ha mantenido durante tanto tiempo.

Aunque el Estado cuenta con una posición estratégica dada su ubicación geográfica, la inversión requerida para poner en marcha el proyecto es muy alta, aunado a ello, la complejidad social de la entidad puede ser determinante, e incluso, puede ser un obstáculo para poner en marcha el “milagro oaxaqueño”. Se requiere de habilidad y tacto político que permitan generar acuerdos con el fin de obtener los recursos necesarios para transformar la entidad.

Alejandro Murat tiene ante sí un gran reto, quienes lo acompañen en la administración deben estar conscientes de que un plan de esa magnitud no admite fallas ni acciones que mermen la credibilidad del gobierno. El milagro oaxaqueño es posible siempre que exista voluntad política y que Alejandro Murat deje en claro a su gabinete que es necesario pensar a gran escala, pensar en el futuro y no en las aspiraciones individuales, ni en proyectos a corto plazo. Esto apenas comienza, tenemos seis años por delante y Alejandro tiene menos que eso para comenzar a dar resultados, 2018 está a la vuelta de la esquina.

¡Felices fiestas!
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