POR ELIZABETH CASTRO.
De acuerdo con el “Protocolo para atender la violencia política de género” que se dio a conocer en marzo de 2016, este tipo de violencia “comprende todas aquellas acciones y omisiones —incluida la tolerancia— que, basadas en elementos de género y dadas en el marco del ejercicio de derechos político-electorales, tengan por objeto o resultado menoscabar o anular el reconocimiento, goce y/o ejercicio de los derechos políticos o de las prerrogativas inherentes a un cargo público.” (TEPJF 2016: 21).
Durante los últimos meses, la “violencia política de género” ha estado en boca de todos; instituciones, organizaciones de la sociedad civil, partidos políticos y mujeres, han levantado la voz en contra de un fenómeno que se ha visibilizado a partir de la reforma política de 2014 y de la puesta en marcha del principio de paridad.
Aunque las mujeres han sido víctimas de procesos de discriminación en todos los ámbitos de la vida pública, la violencia política se ha manifestado de una manera tan abierta que es imposible no hablar de ella; ataca la vida privada y pública de las mujeres, atentando contra su integridad física y psicológica, y la de sus familias. Por ello, no es de extrañarse que personas de diversas corrientes políticas se unan ante un fenómeno que amenaza la vida y el desarrollo político de las mujeres.
Sin embargo, las conferencias, los talleres y las reuniones que puedan llevarse a cabo con motivo del combate a la violencia política de género, pueden caer en la demagogia si no existe un compromiso real por parte de quienes encabezan y trabajan en las instituciones encargadas de impartir justicia y brindar acompañamiento y asesoría a las víctimas.
En el caso de Oaxaca, las denuncias de las mujeres de Pinotepa, Valle Nacional; San Pedro Atoyac y Santo Domingo Zanatepec, han contribuido a vislumbrar el hecho de que, sin importar a qué partido político pertenezcan, las mujeres siguen siendo utilizadas para cumplir “la norma”, para después ser depuestas, amenazadas y obligadas a renunciar a los cargos para los cuales fueron electas.
En el marco del Día Internacional de la Mujer, cabe reflexionar acerca de los obstáculos que las mujeres enfrentamos cuando decidimos incorporarnos a la vida pública. El 8 de marzo es un día para conmemorar la lucha de las mujeres, un día para recordar que la nuestra es una lucha inacabada y que aún tenemos mucho por qué pelear.
ELIZABETH CASTRO
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