Por: Elizabeth Castro
Xóchitl Gálvez vino a revitalizar los movimientos electorales de cara a 2024, la senadora quien había sido posicionada como una posible opción para la campaña a jefa de gobierno el próximo año saltó a la fama de la mano del presidente cuando este le negó el derecho de réplica en la conferencia matutina; así, intentando minimizarla le dio el empuje que le faltaba para posicionarse en el espectro político nacional e inició el fenómeno que reavivó la discusión pública.
La senadora es un soplo de aire fresco para los partidos de la oposición, y ha generado discusiones interminables en el espacio público; tanto fans como detractores ven en ella todo menos insignificancia. A cada ataque proferido por López Obrador, Gálvez ha tenido una respuesta; primero la orden judicial, después el INE y ahora la denuncia ante la FGR, demostrando que tiene la capacidad de aprovechar las olas generadas por el presidente en torno a ella.
Xóchitl Gálvez no es una novata en la política, su carrera inició en el sexenio de Vicente Fox, a quien acompañó dirigiendo la Oficina para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de la Presidencia de la República, que tiempo después se convertiría en una comisión de la cual sería su primera directora. Después vendría su candidatura a la gobernatura de Hidalgo, su jefatura en la alcaldía Miguel Hidalgo y su llegada al Senado.
Desde que anunció sus aspiraciones de convertirse en candidata a presidenta de la república a través de la coalición, su vida no ha estado exenta de ataques; Andrés Manuel ya ha revelado información sensible respecto a sus empresas y presuntos ingresos; sin embargo, a la senadora esto le ha servido para demostrar que el presidente la ve como una amenaza.
Y es que, a diferencia de las corcholatas, Gálvez no le tiene miedo a las cámaras, ni a las entrevistas, ha sabido controlar y contar su historia; una en dónde no hay libros que hable de los ancestros y abuelas feministas; fotografías románticas mirando hacia palacio nacional, acentos inventados, alaciados perfectos, ni mucho menos agresiones a la menor provocación.
La historia de Xóchitl Gálvez es similar a la de muchas personas que han tenido que migrar para poder continuar sus estudios y mejorar sus condiciones de vida. La senadora no habla de doctorados en el extranjero ni de equipos de beisbol (le va al Cruz Azul); pero habla de vender gelatinas, de una familia donde el alcoholismo se hizo presente, habla de haber vivido en una localidad donde no había secundaria y mucho menos preparatoria; de tener una hermana en la cárcel, y ganas de superarse.
Contrario a las afirmaciones de Obrador, ella ha dicho que no se opone a la continuidad de los programas sociales, ya que estos permiten mejorar las condiciones de vida de las familias; mucho menos está en contra de otorgar becas, pues gracias a estos instrumentos ella pudo continuar sus estudios.
Y aunque la senadora es panista, ¡y vaya carga que eso implica!, ha podido conectar con miles de personas, logrando posicionarse en el primer lugar de las encuestas como posible candidata presidencial de la oposición, convirtiéndose en la opción más viable si la alianza quiere obtener un segundo lugar en las elecciones presidenciales
No creo que Xóchitl Gálvez pueda convertirse en presidenta, pero creo que les guste a los morenistas o no, ha logrado calentar los ánimos de Andrés Manuel, y éste ha iniciado un juego cuyos resultados pueden no ser lo que esperaba, ya que cada que menciona a la senadora le da publicidad y hace que los medios la busquen, es decir, el presidente publicita a Gálvez y por eso cada día son más las personas que dicen “Vamos con Xóchitl”
Y sí, es tiempo de las mujeres. ¿O no morenistas?
