Por: Alejandro A. Sánchez Díaz
Contar con un órgano electoral confiable, que acate la ley y que garantice elecciones limpias, contribuye a que en nuestro país exista democracia y paz social; sin democracia, no habrá desarrollo.
Impulsar y promover la estrategia #YoDefiendoAlINE propuesta por la Coparmex, no es un tema de partidos políticos o de atacar a una persona, es un tema de diseño, de un verdadero proyecto de nación, queremos una patria creciente, con justicia social, con garantías y libertades, con verdadera democracia.
Estamos en un momento clave en nuestro país para actuar con responsabilidad y con lealtad a México; por ello, es necesario entablar un diálogo educado con todos los actores involucrados, Gobierno Federal, organismos de la sociedad civil e iniciativa privada, en el que evitemos, a toda costa y de una vez por todas, la polarización, las descalificaciones y la desacreditación de la voz ciudadana.
Es ahora cuando debemos multiplicar esfuerzos para consolidar la unión, la fortaleza y la convicción ciudadana, mostrada en días pasados en todo el territorio nacional para evitar que en el Congreso se apruebe una reforma constitucional electoral regresiva, que atente contra el desarrollo y contra las inversiones tanto nacionales como extranjeras, destruyendo lo que hemos edificado por más de tres décadas para tener un árbitro autónomo, neutral e independiente del Gobierno.
Ya existía incertidumbre en materia de seguridad y ahora, gracias a esta iniciativa contraproducente, se han detenido algunas inversiones; por ello, es importante también para el sector productivo el que se mantenga nuestro INE autónomo porque eso nos ha permitido avanzar como país, hemos tenido un desarrollo económico importante, en parte es porque hay democracia, hay reglas claras y quien quiera invertir en este país, sabrá que las leyes se respetan.
En un país democrático, los errores se pueden corregir desde el consenso ciudadano y no desde la lucha social. Un país con democracia, es un país con paz. La verdadera democracia existe cuando se garantiza la autonomía y el árbitro no es juez y parte.
Ahora, como ciudadanos, debemos recordar que la participación ciudadana no termina después de efectuar nuestro voto en la urna; la verdadera participación ciudadana es la que se mantiene vigente, la que exige y la que incide, la que marcha, la que promueve el diálogo. Por eso es necesario permanecer atentos y unidos para evitar que nuestros legisladores aprueben una reforma electoral retrógrada.
Llegó la hora de defender y fortalecer nuestra democracia, pues sólo así se garantizará el gozo de nuestras libertades, ejerceremos nuestros derechos y elegiremos de forma libre y secreta a nuestros gobernantes.
