Por: Ramón Velásquez Chagoya
Desde tiempos remotos circulan por el mundo dos ideas contradictorias sobre la profesión jurídica. Por un lado, la idea de que la profesión de abogado y la del Juez constituyen el ejercicio de una actividad muy noble; por otra parte, abunda un juicio irónico, de acre sátira, contra los juristas.
¿Cuántos no hemos escuchado frases o dichos en los que el abogado siempre representa lo malo? Lo anterior, justamente porque se acusa al licenciado en derecho de haber olvidado su ética.
Ese desprestigio de la abogacía se debe a que el propio profesional del derecho ha colaborado con deterioro, olvidando los valores esenciales de la profesión, por lo que no podemos dejar pasar el momento coyuntural y debemos privilegiar los principios básicos como son la verdad, probidad, honradez, bien común y sobre todo, la justicia. Por lo que debemos entender que el abogado debe de buscar en el ejercicio profesional, equilibrio para su cliente, la sociedad y el personal, preponderando cada uno de ellos para no inclinar dicha balanza a su favor de forma incorrecta.
Quienes ejercemos esta profesión tenemos un deber, “nuestra función social como juristas no depende de realizar grandes hazañas, sino el cumplir con el deber ser, marcado por las leyes, expresión de las normas del derecho, ello marca la diferencia”.
Abogado, si estás leyendo estas palabras, busca siempre dignificar la profesión y ésta, no puede ser desde el punto de vista legal, creando reglas mínimas y obligatorias de conducta, sino desde el aspecto ético-jurídico, con miras al perfeccionamiento moral en el ejercicio de tu actuar.
Como estudiante, docente, abogado o juez, ninguno estamos exentos de carecer de bondades éticas; sin embargo, tenemos la libertad de decidir hacia dónde queremos ser para con uno mismo, como para nuestros semejantes. Hacia dónde queremos dirigirnos, no debemos olvidar que en nuestras manos está el realizar un cambio que trascienda de manera positiva.
Debe recordarse siempre que la lucha por la justicia es una obligación del hombre, pero un deber del abogado, asumiendo las responsabilidades que deriva del ejercicio de nuestra profesión, preservando la dignidad humana en todo momento y con la vocación que requiere nuestra carrera, debemos continuar nuestra batalla, en la que no se admiten desmayos, ni claudicación.
En el Corporativo Velásquez Chagoya estamos conscientes de la apremiante necesidad de justicia por lo que, en cada trámite que realizamos, brindamos certeza y seguridad jurídica con honestidad, transparencia y legalidad.
FELIZ DÍA DEL ABOGADO