Por: Romina Silva y Roberto Villagrán
Los rincones de Oaxaca esconden tesoros naturales con características biológicas y ambientales que los vuelven únicos en el mundo. Junto al estado de Puebla, la reserva de la biósfera de Tehuacán-Cuicatlán, alberga una enorme riqueza natural y cultural que lo vuelve un sitio demandante de investigación científica y de la protección de organismos gubernamentales y sociales.
A diferencia de las Áreas Naturales Protegidas (ANP), las reservas de la biósfera son sitios que se basan en el desarrollo sustentable, es decir, se busca la conservación y el uso responsable de los recursos naturales mientras se genera desarrollo económico y social en las comunidades que habitan el espacio. Dentro de ellas, es fundamental que se mantenga el paisaje natural y la cultura de la sociedad, mientras se impulsa a la sociedad a generar educación ambiental, investigación científica y prácticas sustentables.
El ecosistema de la reserva de la biósfera de Tehuacán-Cuicatlán se caracteriza por ser desértico, lo que le permite albergar uno de los pocos bosques de cactus columnares que hay en el mundo. Además, se sabe que ahí habitan cerca de 3000 especies de plantas, alrededor de 230 especies de animales, 20 municipios de Puebla y 31 de Oaxaca, por lo que es un sitio biodiverso.
Desde la carretera hacia los municipios, se observa el bosque de cactáceas columnares mezclado con majestuosas patas de elefantes y biznagas, que convierten el paisaje en una mezcla de formas interesantes y poco comunes.
El sitio es ideal para degustar de una rica gastronomía ya que tienen gran diversidad de platillos en donde se integran las especies locales, pudiendo encontrar desde flores y frutos de cactus hasta orugas de mariposa, lo que permite deleitar al paladar con sabores únicos. Además, dentro de sus fronteras se puede aprender sobre la producción artesanal de la sal realizada desde hace cientos de años, gracias a que el agua subterránea es salada.
El Jardín Botánico Helia Bravo Hollis es una parada casi obligada, donde se puede conocer la diversidad biológica del sitio. Debido a que el jardín es in situ, puedes vivir la experiencia de caminar entre cactáceas que han vivido ahí desde hace más de 500 años entre los sitios recónditos de la reserva.