Por Alejandra Santaella. “A mí no me han asesinado… pero me quitaron las ganas de ponerme mi vestido favorito; de viajar en transporte público; de subirme a un UBER cuando mi pila está por terminar; de salir en la noche sola por temor a no regresar; de caminar por la calle y tener que voltear cada 10 pasos para asegurarme que nadie me sigue; de pensar dos veces mi respuesta cuando un hombre no me interesa; de reportar a mi jefe o maestro por acoso; de disfrutar mi sexualidad de la misma manera que lo hace un hombre. No, no me han asesinado, pero no me dejan vivir” Mariela Pruneda
Todo el tiempo escuchamos en los medios de comunicación y en las redes sociales lo que “el feminismo es”; sí, el feminismo según ellos sólo son marchas, protestas y destrucción del patrimonio cultural; y, aún mejor, cuando le preguntamos a la gente, desconocen lo que es o por “lógica” según ellos, es el opuesto al machismo, o sea, que según muchos es “la supremacía femenina”.
El feminismo representa la necesidad que las mujeres tenemos de liberarnos del sistema patriarcal, busca remover y transformar los cimientos sociales, políticos y culturales, bajo los que hemos vivido por siglos.
No busca igualdad porque el hombre no es el “estándar” qué cumplir, ni al cual se aspira como sociedad, ya que no queremos igualarnos bajo condiciones patriarcales, lo cual nos dejaría en la misma situación en la que estamos. Queremos libertad y con ello, una equidad en la que a cada persona se le dé lo que necesita de acuerdo a su contexto.
A ti mujer, comprende, el feminismo no quiere que abortes, que no te depiles, que no te maquilles o que no seas mamá, que hagas o dejes de hacer ciertas actividades; no, el feminismo quiere que seas libre para decidir sobre tu vida, sobre tu cuerpo.
Esta lucha no se trata sólo de las mujeres que hoy ya no están con nosotros, se trata de que queremos vivir en libertad, en paz, sin tener que ser valientes cada que salimos de casa; de tener que dejar de preocuparnos por compartirle a alguien nuestra ubicación en tiempo real al dirigirnos a algún lado o de fingir una llamada con alguien cuando vamos en el taxi; de someternos a un aborto clandestino y así, podría enlistar las miles de cosas con las que ya no queremos cargar.
Sí, libertad, es lo único que pedimos, hasta podría sonar irónico, pero ya no quiero seguir viviendo con miedo; sometiéndome a que otros decidan por mi cuerpo o a que me impongan un proyecto de vida del cual ni siquiera sé si quiero ser parte. Juntas vamos a tirar al patriarcado, transformaremos nuestra realidad, seremos mujeres libres, independientes, como siempre debimos serlo.