¿Por qué desde una mirada violeta?, ¿Por qué mirar con gafas moradas? 

Por: Ana Edith Ortiz Martínez 

Les contaba en la edición anterior que, la causa histórica que me hace seguir aprendiendo y poner al servicio de ustedes mis habilidades y conocimientos es aquella que iniciaron mis ancestras, aquellas que decidieron estudiar cuando para las mujeres eso era imposible, aquellas que decidieron no gestar cuando las decisiones de la reproducción humana en su cuerpo eran incuestionables, aquellas que alzaron la voz cuando sonaba en sus mentes el “calladita te ves más bonita”, aquellas que no cocinaron cuando el mundo de una mujer se reducía a la exclusividad culinaria, aquellas que dieron la vida para que otras continuaran y pudiéramos tener acceso a todo lo que pudo haber parecido inalcanzable, hegemónico y masculino, aquellas que ejercieron un liderazgo y que fueron tildadas de neuróticas, inadaptadas y gritonas por exigir mejores condiciones laborales. 

De ellas quiero escribirles hoy, de un grupo de mujeres que en el año de mil novecientos once exigieron mejores condiciones laborales y por quienes debemos el lamentable honor de decir que nuestra mirada es violeta, porque al conocer su historia todo tiene sentido, y aquí va: ellas trabajaban largas horas en una fábrica textil llamada “Triangle Shirtwaist” en Nueva York, recibían salarios muy bajos, las condiciones eran totalmente insalubres y las puertas se mantenían siempre cerradas, no tenían derechos ni mucho menos una protección o representación laboral; ante ello, se organizaron para realizar una huelga y exigir mejores condiciones y derechos, sin embargo, no fueron escuchadas, recibieron a cambio un incendio provocado con todas las mujeres dentro, el humo que salía se podía percibir desde lejos y era color morado por las telas con las que estaban trabajando en ese momento, pues la fábrica estaba especializada en la elaboración de blusas de ese color.  

Lo sucedido en esta fábrica textil forma parte de la historia del feminismo y por eso el color morado es representativo, en honor a las más de cien mujeres que murieron alzando la voz por sus derechos y por mejores condiciones de trabajo; aunque este suceso fue muy lamentable, contribuyó al crecimiento del Sindicato Internacional de las Mujeres Trabajadoras Textiles (ILGWU, por sus siglas en inglés). Sin duda, a través de la historia, las mujeres hemos alcanzado ciertos derechos laborales y ciertas mejoras de trabajo, aunque seguimos teniendo una mirada violeta al manifestar que seguiremos alzando la voz ante cualquier injusticia.   

Por eso me pongo las gafas moradas, por eso contemplo con una mirada violeta, porque desde que conocí esta historia, comencé a alzar la voz desde mi trinchera, desde mi quehacer cotidiano, desde mi desarrollo profesional, en mi vida personal y familiar, a donde voy y a donde vaya, seguiré dejando un granito de arena. 

Termino con este párrafo de Rose Schneiderman, destacada líder sindical feminista: “Esta no es la primera vez que unas niñas mueren quemadas vivas en esta ciudad. Cada semana me entero de la prematura muerte de una de mis hermanas trabajadoras. Cada año, miles de nosotras quedamos mutiladas. La vida de los hombres y las mujeres es tan barata y la propiedad es tan sagrada… Somos tantas personas optando a un trabajo, que importa poco si 146 trabajadoras mueren abrasadas.” 

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