Por: Tte. Manuel Guzmán García
El mes de abril es muy significativo para las niñas y niños porque son objeto de infinidad de atenciones y de festejos tanto en el ámbito familiar como escolar, pero considero que, por las condiciones dadas en la actualidad, ha llegado el momento de reflexionar seriamente, viendo y analizando la profundidad de las causas, ya que las infancias se han visto involucradas en varios escenarios depredadores como la violencia escolar y el autoflagelo, sin hacer a un lado la violencia intrafamiliar, así mismo, existen diversos factores que influyen en la desestabilización emocional y mental de los menores conduciéndolos a comportamientos radicales y extremos de malas conductas, malas formas, rebeldía permanente y drogadicción.
Los padres de familia debemos recordar que en nuestra calidad de tutores tenemos la responsabilidad ética, legal y moral de velar por el bien superior de las niñas, niños y adolescentes, visto este como el principio del interés superior del niño o niña, también conocido como el interés superior del menor, que no es otra cosa más que el conjunto de acciones y procesos tendentes a garantizar un desarrollo integral y una vida digna, así como las condiciones materiales y afectivas que permitan vivir plenamente y alcanzar el máximo de bienestar posible a las y los menores.
Se trata de una garantía de que los menores tienen derecho a que antes de tomar una medida respecto de ellos, se adopten aquellas que promuevan y protejan sus derechos y no las que los conculquen. Así, se trata de superar dos posiciones extremas: el autoritarismo o abuso del poder que ocurre cuando se toman decisiones referidas a menores, por un lado; y el paternalismo de las autoridades. Los padres de familia debemos de reconocer también que a estas alturas del siglo XXI nuestros hijos prácticamente tienen dos vidas, una que es la presencial, misma que observamos prácticamente todos los días, y la cibernética, en la cual poco interés mostramos y llegamos a ser indiferentes en su utilización y manejo por parte de los infantes, lo más grave es que es en la esfera cibernética en donde más peligro corren nuestros hijos porque ahí está muy presente y actuante la tipología delictiva, conocida como: “Trata de Personas”, además del tráfico de órganos y de la explotación sexual y laboral; como nos podemos dar cuenta, es urgente adoptar todo tipo de acciones para esmerar en la protección de los infantes.
Cuidemos a nuestros hijos porque, así como está la inseguridad en Oaxaca y México, en un pequeño descuido nos los roban, secuestran, asesinan y trafican con sus órganos; pareciera exageración, pero no lo es, ya que la realidad va más allá de cualquier comparación; las niñas y niños son ya objeto calificado y clasificado de la criminalidad organizada.
Existen comportamientos en los menores que no detectamos por la falta de compromiso en su formación integral y desquician su vida; de verdad hagamos ya, y por fin, conciencia y orientemos nuestros enfoques a dar lo mejor de nosotros para mantener a salvo a nuestros hijos de cualquier riesgo o influencia negativa. Refiero tan sólo un ejemplo que espero ilustre mi advertencia e invitación para proteger a nuestros hijos. En mi calidad de Comisionado Presidente de la Comisión Iberoamericana de Derechos Humanos para el Desarrollo de las Américas Capítulo Oaxaca, en todo este recorrido que hemos realizado por diferentes planteles educativos y de varios niveles en la ciudad de Oaxaca de Juárez, hemos detectado un número muy importante de alumnas principalmente, que se encuentran en la situación referida al «Síndrome de Cutting», el cual es el acto de auto lesionarse con el fin de alterar un estado de ánimo, terminar con un estado de confusión emocional o aligerar una situación que implique estrés o depresión, infringiéndose un daño físico en el cuerpo. Lo grave de esta problemática es que está siendo tratado de manera inadecuada y eso lo hace ser más reincidente y cada vez más lesivo sobre todo en las adolescentes; si los padres de familia nos preocupáramos por saber por qué o la razón de las rayas o heridas que se hacen nuestras hijas en brazos o piernas con instrumentos punzo cortantes, nos daremos cuenta que muchas veces son atribuibles a la violencia intrafamiliar que viven en casa frecuentemente.
Mejorar conductas e impulsar ejemplos positivos contribuirá a la reducción de este auto flagelo, que en un determinado momento, puede ser mortal. El asunto no radica en el hogar y tampoco es evidente en la escuela, entonces tendremos que escudriñar en las redes sociales porque son la fuente generadora de influjos drásticos, manipuladores, violentos y hasta dramáticos pero, cómo vamos a revisar ese mundo virtual si inexplicablemente no hemos tenido el cuidado de preguntar la ¡contraseña! de sus redes sociales a nuestros hijos y la ignoramos, lamentablemente por la confusión de creer romper la intimidad de los menores pensamos que es incorrecto, olvidamos que mientras los tengamos en calidad de tutorados, somos los responsables de lo que hagan o dejen de hacer, o de lo que les pase o les deje de suceder; entonces, no se trata de controlar, se trata supervisar las actividades virtuales de nuestros tutorados.
Valdría la pena enterarse de los contenidos de todo lo relacionado a la ley de niñas, niños y adolescentes y de la justicia para adolescentes con el fin de estar en la sintonía jurídica que ameritan los tiempos y nuestras responsabilidades; como padres de familia, hagamos hasta lo imposible por garantizar el derecho más elemental de nuestros hijos que es la vida. Hagamos patria haciendo que ya no existan más infancias vulnerables y que ya no existan más niñas y niños sufriendo violencia física, psicológica, emocional o virtual; formemos hombres y mujeres con disciplina y la disciplina no es obediencia a ciegas, la disciplina no es aceptar imposiciones, la disciplina es el equilibrio exacto de la justicia y de la razón; más, sería exceso; menos, negligencia; formemos hombres y mujeres ordenados y el orden no es autoritarismo, no es totalitarismo, no es represión; el orden significa que las cosas estén donde deben estar, más aún, dentro de una sana convivencia social.
En conclusión, si inculcamos principios y valores, así como ejemplos valederos de disciplina y orden, entonces estaremos formando hombres y mujeres con honor, imbuidos de la ética que es el valor supremo de todo ser humano. Finalmente, padres de familia, reconozcamos que el hogar es la primera escuela y la escuela el segundo hogar; este 30 de abril felicitamos a los hijos e hijas por los padres que tienen y a los padres por los hijos e hijas que han formado, fraguados estos, insisto, en el «Honor».
Tte. Manuel Guzmán García
Comisionado Presidente de la Comisión Iberoamericana de Derechos Humanos para el Desarrollo de las Américas Capítulo Oaxaca
