Marchando para el presidente

Por: Elizabeth Castro

13 de noviembre 2022, una avenida, miles de personas vestidas de rosa y blanco, rescatando la tradición de marchar por lo que se cree justo y necesario; personas ajenas a la movilización política, con poca o nula experiencia como oposición cargando lonas y pancartas, gritando “yo defiendo al INE”, caminando un domingo por la mañana, alentadas por una idea, la democracia. 

Los fifís, neoliberales, conservadores y ladinos salimos a marchar por algo más grande que nosotros y que tal vez no todos terminamos de comprender; somos un país que necesita instituciones fuertes y un legislativo digno que nos represente a todos y todas. No somos el país de un hombre que desde el púlpito que ha erigido en las mañanas, insulta y divide, menosprecia y ataca; un hombre tan herido que ha tenido que convocar su propia marcha para dar el mensaje de que él es el presidente. 

En un acto surrealista retomando el acto que es en esencia y concepción la manifestación del descontento social en contra de los abusos del gobierno, Andrés Manuel convocó a una marcha para apoyar a su gobierno; apropiándose de la tradición opositora para convertirla en un acto de estado. 

Sí, Andrés tiene un poder de convocatoria impresionante, y por eso MORENA salió a las calles para decirle al presidente que no está solo, que sus millones de votos siguen ahí, resguardados por los beneficios que da el erario y la administración pública; solapado por los redimidos del viejo régimen que hoy se presentan como parte del cambio, amparado por gobernantes y líderes que respondieron al llamado para mostrar que no hay imposibles cuando se ostenta el poder, tan es así que los autobuses llegaron del norte y sur del país para el acto de un hombre cuyo ego estaba herido.

La marcha del 27 de noviembre no fue una manifestación, fue un acto político de apoyo al presidente, al eterno candidato que solo sabe hacer campaña; pero también fue un acto que mostró la división que existe en México, el clasismo imperante de un país dividido entre “ellos” y “nosotros”, los conservadores y el pueblo bueno, México y el país de Andrés Manuel en el cual no importa si tu familiar es víctima de desaparición forzada, porque a menos que seas la mamá del Chapo, el presidente no se dignará a escucharte.

Las marchas fueron una demostración de contrastes y verdades a medias, donde ninguno de los dos bandos ganó, los defensores del INE no entraron al zócalo para evitar enfrentamientos y Andrés no logró llenar el zócalo, tal vez porque la marcha fue tan larga que llegar a escuchar el discurso era innecesario; la marcha de la oposición no tuvo la algarabía de quienes marcharon el 27, pero quienes asistieron el 13 de noviembre lo hicieron por convicción; algunos marcharon para defender al INE y otros porque están en contra de López Obrador. Quienes apoyaron la marcha de Andrés no pueden decir lo mismo, pues algunos solo llegaron porque los condicionaron. La marcha del 13 fue una manifestación, la del 27 un mitin. 

Andrés logró su cometido, llenar reforma y llevar a sus seguidores al zócalo, donde presumió la transformación y evitó hablar de los desaciertos, de la crisis de desaparecidos, la violencia, la militarización del país, la falta de medicamentos, la corrupción que nunca se ha terminado, su odio irrisible en contra de todo aquel que no piense que él tiene la razón; Andrés puede dormir plácidamente lo que resta del año, pensando que el mensaje es contundente, que el pueblo sigue de su lado y que ha derrotado a la oposición; puede ignorar que la marcha del 13 de noviembre es un mensaje, la oposición está aprendiendo a ser oposición, cimbró lo más profundo de la 4T, y la hizo reaccionar; y mientras Andrés celebra el millón de personas que lo acompañó, la oposición espera, porque esta batalla se dará en el legislativo y vamos a seguir defendiendo al INE.

¡Felices fiestas!

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