Llegamos todas… 

Por: Elizabeth Castro  

Tres meses después del arribo de Claudia Sheinbaum a la presidencia de México, las presiones y desilusiones comienzan a sentirse. Con sus acciones la presidenta ha comenzado dejar de lado aquella frase de “No llego sola, llegamos todas”, porque “todas” parece una palabra absurda al observar a las cientos de mujeres del poder judicial que deberán abandonar sus puestos de trabajo, “todas” no incluye a las que debieron renunciar a sus puestos dentro de INMUJERES o someterse a contratos que no reconocerán su antigüedad laboral, o a las trabajadoras de los órganos autónomos, ni que decir de las mujeres que siguen esperando obtener medicamentos y atención en el sistema de salud.

El “todas” del que Claudia hablaba, seguramente hacía referencia a las que, como ella, son afines al proyecto de nación de un hombre. “Todas” no incluye a las madres buscadoras, a las activistas, a las periodistas o a las mujeres que forman parte de la oposición.

Aunque la llegada de una mujer a la presidencia es un hecho histórico, ni el sexo ni el género son garantía de algo, que sea mujer no quiere decir que no esté sometida a intereses externos y propios, o que sea feminista, o que esté en proceso de deconstrucción, o que cuestione activamente los mecanismos de opresión que atraviesan a las mujeres. La “a” como última letra no cambia por sí misma los alcances del machismo y el patriarcado instalados en la colectividad.

Claudia Sheinbaum llegó, pero muchas hemos quedado fuera, viviendo en la periferia del poder y en resistencia, muchas seguimos viviendo en el México feminicida y violento que intenta callarnos y desaparecernos. Muchas tenemos dudas sobre la capacidad y los intereses que mueven a las instituciones de justicia que a veces se vuelven cómplices y otras veces, con mucho esfuerzo por parte de familiares de víctimas y organizaciones, cumplen con su deber.

Muchas mujeres seguimos viviendo en la incertidumbre, presas de la informalidad y las dobles jornadas, esperando a que las leyes aprobadas se materialicen en algo más que comunicados de prensa y abrazos en el Congreso federal.

Claudia puede pintar el país de color morado y enojarse cada que alguien señale las ausencias y omisiones del estado, pero al final la realidad es una, y no, Presidenta, no llegamos todas, porque para llegar todas primerio debió haberse roto el techo de cristal, y no hacer a un lado a las mujeres que han luchado por romperlo.

2025 será un año interesante, es el primer año de Claudia Sheinbaum al frente del país, con suerte nos da una agradable sorpresa, con mala suerte… seguiremos siendo el país de los diez feminicidios al día, mientras una mujer encabeza las mañaneras.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *