La verdad es que somos víctimas potenciales

Desde hace algunos meses, Oaxaca se ha sumido en medio de enfrentamientos y muertes sumamente violentas; en medio de la fiesta de Guelaguetza, el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), reportó 5551 víctimas de delitos y 621 víctimas de homicidio doloso entre enero y junio en Oaxaca. La cifra de personas que habían sido asesinadas resulta alarmante al compararla con los datos correspondientes al mismo periodo de tiempo en Michoacán (729), Guerrero (1302), Sinaloa (572) y Tamaulipas (609), por mencionar algunos de los Estados más violentos del país.

Desde que tengo memoria, Oaxaca es un lugar pacífico, los cárteles de la droga han sido organizaciones locales con territorios más o menos delimitados que no se meten con civiles ni propagan el terror entre la sociedad, hemos convivido con el narcotráfico desde antes que los titulares se convirtieran en pasarelas de la violencia y el crimen organizado. Oaxaca no es una sociedad de alto consumo porque nuestra cultura, nuestra pobreza, puede que hasta nuestra educación, impiden que la droga se quede en el Estado; sin embargo, somos zona de paso y producción, lo sabemos, lo vivimos, lo normalizamos.

Lamentablemente las cosas cambian, los intereses se transforman, el narcoestado crece, el narcotráfico se expande y la violencia con él; y nosotros, nosotras, quienes no tenemos más culpa que la de vivir, nos convertimos en las víctimas perfectas, vulnerables ante quienes intentan adueñarse de un territorio y exterminar toda forma de esperanza.

Los videos que se han difundido en las últimas semanas, las ejecuciones, los homicidios, los encajuelados, los cientos de palabras que pueden enlistarse y al final son lo mismo, nos hablan de crimen organizado, de grupos delictivos que se enfrentan intentando obtener el control sobre algo que se encuentra en el territorio oaxaqueño. Aunque el gobierno intenta minimizar la importancia de estos hechos e incluso, afirma que ha reforzado la seguridad en el Estado, sus acciones pueden ser insuficientes sin una estrategia integral; en este momento, la sociedad es la más vulnerable, la parte más expuesta del Estado.

Oaxaca no es como antes, ya no vivimos sólo entre cantera verde y baños de sol, tenemos un problema, por favor véalo, no lo ignore, no se esconda, no se crea intocable, somos vulnerables, somos la presa perfecta, alfiles en una jugada tétrica de codicia y sangre, si insistimos en negarlo, seremos víctimas de nuestra arrogancia.

El crimen organizado comienza a invadir Oaxaca, se adueña de nuestro miedo y nuestras esperanzas, no tiene sentido negarlo, no basta con hablar de lo que sí está bien, no es suficiente con mostrar el lado amable, ni las cosas buenas; el problema está ahí y depende de nosotros resolverlo; afrontar la violencia y erradicarla, no es un trabajo que el gobierno pueda hacer por sí mismo; entre más rápido lo comprendamos, más fácil será comenzar a pensar en soluciones.

Combatir el crimen es una labor que inicia en casa, en nuestro día a día, en nuestro trabajo, en las pequeñas acciones, en el tomar precauciones, en aceptar que somos vulnerables.

Nota: Desde 2015, Cristina Espejo, Hernán Sánchez y Paulina Rodríguez me han brindado su amistad y apoyo incondicional. Les agradezco profundamente todo el amor que ponen en cada edición de Socialmente, la paciencia infinita y sus aportaciones a mis ideas y cavilaciones. Gracias por estos tres años juntos, gracias porque desde aquella portada de Octubre no soy la misma.

 

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