En los primeros días de mayo, Andrés Manuel López Obrador, anunció que su gobierno tiene la intención de desaparecer La Iniciativa Mérida, un proyecto de cooperación internacional que, aunque Obrador diga lo contrario, no sirve de manera exclusiva para la compra de armamento.
Y es que, uno de los grandes problemas de La Iniciativa Mérida, es que ha sido señalada como cómplice del incremento de la violencia en México durante el sexenio de Felipe Calderón; la mala imagen que se tiene del proyecto, deriva de la corrupción y las malas prácticas de los cuerpos de seguridad mexicanos y de quienes hicieron mal uso de la fuerza, así como de los equipamientos que recibieron.
Aunque el proyecto se asocia de manera casi directa a los tiempos de Calderón, lo cierto es que el acuerdo de cooperación se ha mantenido vigente durante los últimos tres sexenios (Calderón, Peña Nieto y Obrador).
En 2013, México y Estados Unidos, acordaron centrar La Iniciativa Mérida en cuatro objetivos: combate al crimen trasnacional, fortalecimiento del estado de derecho con énfasis en la protección de los derechos humanos, mejora de las condiciones de seguridad en las fronteras y, el fortalecimiento y la construcción de la cultura de la legalidad y la prevención de la violencia.
Durante el sexenio de Enrique Peña Nieto, la cooperación se amplió y permitió el financiamiento de proyectos que buscan incidir en el fortalecimiento del estado de derecho y la implementación del sistema acusatorio adversarial, lo cual ha permitido que miles de jóvenes, profesores, universidades y profesionales de las instituciones de justicia, accedan a capacitaciones y recursos que les permitan fortalecer la cultura de la legalidad y el estado de derecho en el país.
La Iniciativa Mérida no es el plan armamentista que Obrador ve, mucho menos un proyecto invasivo o que merme las capacidades del Estado mexicano en cuestión de seguridad, tampoco es el sexenio de Calderón; es un proyecto y, como todo proyecto, tiene defectos y es perfectible, no es un acuerdo inamovible; además, su implementación depende de la capacidad del gobierno de México para aprovechar o desperdiciar los recursos que recibe a través del proyecto.
Son tiempos convulsos en la relación México – Estados Unidos y, bajo la lógica del bueno y el malo, Andrés Manuel hará lo posible por mermar los impactos negativos que los acuerdos con el país del norte tengan en su imagen de buen samaritano. Acostumbrado a tener la razón, para el Presidente es más fácil culpar a un proyecto que admitir que tenemos un problema de inseguridad en el país y que el tema migratorio podría estarse saliendo de control.
Aunque en un primer momento La Iniciativa dotó de armamento a las instituciones del país, en la actualidad, los fondos se destinan a diversas causas que buscan impactar en el fortalecimiento de las instituciones y ciudadanía en temas de cultura de la legalidad y fortalecimiento del sistema de justicia.
El enemigo no es La Iniciativa Mérida, el enemigo está en la cerrazón y la corrupción; sí se repartió armamento, pero las armas no se dispararon solas y ¿Cuándo va a hablar de eso el Presidente? ¿Cuándo admitirá que el problema con el armamento es que lo repartieron a personas corruptas, violentas y sin escrúpulos? ¿Cuándo se va a comprometer a acabar con esos cuerpos policiacos? ¿O también dirá que tiene otra información?
Por Elizabeth Castro