Por Elizabeth Castro
En octubre, el INEGI presentó los resultados de la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU); entre los objetivos específicos del estudio se encuentra: “medir la percepción de los habitantes de las principales ciudades de México sobre la inseguridad pública de estas”. La ENSU se realiza de manera trimestral y, los datos que se presentan, abarcan el periodo de julio a septiembre del año en curso.
Entre los datos presentados, llama la atención que, en promedio, el 76% “de la población de 18 años y más, considera que, en términos de delincuencia, vivir en su ciudad es inseguro”; este porcentaje es el más alto desde 2013 a la fecha. En Oaxaca el 77.9% de las personas encuestadas refirió sentirse insegura durante el último trimestre.
Parte de la ENSU tiene que ver con los espacios en donde las personas manifiestan sentirse inseguras. A nivel nacional, los lugares en que los encuestados manifestaron sentirse más inseguros, son: cajero automático, localizado en la vía pública; transporte público y calles que habitualmente usa. En contraparte, el trabajo, la casa y la escuela, son los espacios en que la percepción de inseguridad es menor. No es de extrañar que los lugares públicos sean considerados inseguros, pues la violencia es más visible en ellos; en cambio, la violencia que acontece en lo privado, se oculta, está ahí pero no todos la ven.
Medir la “percepción” es una herramienta que ayuda a las y los tomadores de decisiones a implementar medidas que apoyen a que la población se recupere y se apropie de los espacios públicos; perder el miedo es fundamental para que la sociedad se organice y regenere los tejidos sociales, mismos que inciden de manera efectiva en el combate a la violencia.
El miedo paraliza, influye en la vida de las personas y modifica conductas. Alejarnos de los espacios públicos tiene efectos negativos en la comunidad, pues quienes terminan apropiándose de ellos, son precisamente, los grupos delictivos. Calles solas, sin iluminación y vigilancia, se convierten en un lugar perfecto para que los delincuentes hagan de las suyas; en cambio, una calle que es vigilada por los vecinos, se convierte en un espacio seguro para el tránsito y la vida social. Y usted dirá ¿qué pasa si no hay luz?, bueno, por eso es importante la organización. Un comité de vecinos que exija a las autoridades dar mantenimiento a los parques, calles, plazas y mercados, terminará por incidir en el combate a la violencia de manera directa.
Sí, tenemos la idea de que las autoridades hacen oídos sordos ante las peticiones de la ciudadanía; sin embargo, podríamos presionar y darles una oportunidad. No olvidemos que quienes votan, somos nosotros. Es necesario promover el rescate de los espacios públicos, ya que, en ellos, se da la convivencia y la vida comunitaria; es en ellos donde los vecinos se dan cita y, por unos instantes, se permiten hablar con los otros. Recordemos que la identidad se adquiere a través del otro, cuando conozco al otro me conozco a mí. Tal vez, si escuchamos más, nos daremos cuenta de que no somos tan diferentes y, que al igual que yo, mi vecino tiene miedo de transitar por las calles todas las noches.
Oaxaca supera la media nacional en percepción de inseguridad; aunado a ello, el 72% de las personas encuestadas, considera que la delincuencia es una problemática en la ciudad y, sólo el 18% considera que el gobierno de la ciudad es efectivo para resolver los problemas del núcleo urbano. Mientras el gobierno despierta, hagamos algo, rescatemos los espacios que nos pertenecen; caminar seguros y seguras por las calles es también, un derecho.