La apicultura, de actividad ancestral a estrategia de desarrollo sustentable

Por: Roberto Villagran Torres

Desde tiempos remotos, humanos de todas las regiones del mundo han aprovechado la miel de las abejas melíferas para alimentarse y medicarse. Su alto contenido en azúcares ha hecho pensar a los científicos que este alimento pudo contribuir al desarrollo evolutivo del ser humano, así como el consumo de carne o de plantas.  Al incorporar la miel a la dieta, nuestros ancestros tuvieron las calorías necesarias para desarrollar un cerebro con más funciones y capacidades, así como disminuir el tamaño de los dientes y la fuerza de la mordida.

En la actualidad, el arte de reproducir, cuidar, manipular y aprovechar a las abejas es una actividad con técnicas desarrolladas. La apicultura ha sido perfeccionada para producir grandes cantidades de miel; sin embargo, en la antigüedad, los humanos únicamente saqueaban los panales y consumían la miel. Representaciones de estos actos han sido encontrados en el arte de la era paleolítica, proveniente de hace 40,000 años, en regiones de España, India, China y Sudáfrica.

En México, la península de Yucatán tiene fama de ser gran productora de miel, debido al interés que históricamente han heredado los mayas a la población en general y gracias a las técnicas que han ocupado para realizar la apicultura con las abejas nativas mexicanas, las meliponas o abejas sin aguijón. Por otro lado, los gobiernos locales han visto en la apicultura una estrategia para alcanzar el desarrollo sustentable de las comunidades, al atender los tres pilares del desarrollo sustentable: el respeto al medio ambiente, el beneficio social y la ganancia económica.

La apicultura motiva la participación y el desarrollo de las comunidades rurales, ya que las colmenas de abejas requieren densa vegetación para producir abundante miel. Necesariamente, las abejas exigen una área de vegetación conservada, preferiblemente nativa, lo que elimina la destructiva tentación de deforestar las áreas de las zonas apícolas, protegiendo a los ecosistemas de la región. Como resultado, las colmenas con vegetación abundante producirán 40 kilos de miel por cosecha, lo que genera ganancias importantes para la comunidad, al vender productos de la colmena como la miel, el polen, propóleo y la famosa y cotizada jalea real.

De esta manera, las comunidades tienen otra vía y oportunidad para desarrollarse sustentablemente. Una actividad productiva primaria o secundaria. En Oaxaca, gran parte del territorio posee vegetación conservada, extensos terrenos, diversidad de especies de plantas, diversidad de climas, alturas, ecosistemas y, por lo tanto, grandes oportunidades para aprovechar la apicultura.

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