Por: Elizabeth Castro
El día 27 de noviembre compareció ante la Comisión de Justicia del Senado, las terna propuesta por el presidente López Obrador para cubrir la vacante de ministra de la SCJN. María Estela Ríos, Bertha Alcalde Luján y Lenia Batres se presentaron ante las y los senadores para responder cuestionamientos acerca de sus posiciones respecto a temas que resultan trascendentales en medio de las propuestas del presidente sobre la extinción de los fideicomisos del Poder Judicial, el recorte a los salarios y la elección de ministras y ministros a través del voto popular.
La discusión no es un asunto menor, la terna está integrada por mujeres que mantienen nexos con la 4T y que incluso han laborado en espacios de la actual administración; ante ello la resistencia sobre la imparcialidad que podrían aportar a uno de los contrapesos más fuertes que ha enfrentado López Obrador. Aunque la comparecencia de las candidatas nos permite dilucidar sus tendencias, es insuficiente para conocer cuáles serían las determinaciones que la ministra electa tomaría una vez que se encuentre en funciones; ante la Comisión las tres mujeres han reconocido que apoyan las propuestas del presidente, lo cual nos permite inferir que saben que sus candidaturas obedecen a la necesidad de AMLO de establecer un Poder Judicial cercano al Ejecutivo que pueda mermar las tendencias “opositoras” de Norma Piña.
A López Obrador no le interesa que la SCJN sea un órgano garante de derechos, sino un aliado, o una institución que no se oponga a sus deseos; la independencia y la autonomía de las instituciones es algo que no le gusta, le incomoda, y lo ha demostrado a través de los ataques que desde su púlpito blande en contra de quienes le reviran. Pareciera que el presidente quiere dejar como parte de su legado las bases que permitan que la Corte se convierta en una institución sujeta a los caprichos del gobierno en turno.
Andrés Manuel no piensa en el futuro de México, sino en el de su proyecto de nación. Los avances obtenidos en materia de contrapesos representan un lastre para un hombre que, aunque no niegue, pareciera que aspira a revivir el presidencialismo y el gobierno de un partido único. Si al presidente le importara la procuración, impartición y el acceso a la justicia no se enfocaría en solicitar que las y los ministros de la SCJN sean elegidos por voto popular, el cual sabemos que se volcaría sobre las propuestas de su partido; sino que impulsaría cambios estructurales, de forma y fondo en todas las instituciones que participan en el acceso a la justicia y la defensa de los derechos.
Las fiscalías, las comisiones de atención a víctimas, las unidades de medidas cautelares, las defensorías públicas; ahí, en esas instituciones es donde podría iniciar los trabajos para hacer de la justicia una realidad; no en la corte, no en uno de los pocos contrapesos que aun se sostienen tras seis años de ataques y quejas. El problema, no son las y los jueces que “liberan”, que “se oponen”, o las ministras y ministros que no quieren bajar sus sueldos; el problema es una cuestión de fondo que no ha logrado solucionarse.
A quince años de la reforma en materia de justicia en el país, México aún enfrenta problemas que no se solucionarán desde la SCJN, sino desde el legislativo y las medidas adecuadas para mejorar las instituciones del sistema. Pero ni al ejecutivo ni a la 4T le interesa y tras una sesión de siete horas y pese a los comentarios sobre la no idoneidad de María Estela Ríos, actual consejera jurídica del ejecutivo federal para formar parte de las propuestas, la terna fue aprobada para que la elección sea realizada por el pleno del Senado.
Al cual, como si se tratara de proceso electoral, no le quedará más que elegir entre “la menos peor” o, la ungida por el presidente; por otra parte, a la ciudadanía solo nos queda esperar que las ministras y ministros en funciones puedan hacer frente al embate del ejecutivo, tarea dificil considerando que con la nueva designación cinco de los once ministros y ministras de la SCJN serían propuesta del ejecutivo federal, nada nuevo, cosas que siempre han sucedido, cada presidente propone personas afines a su proyecto… pero en esta ocasión la tradición resulta más aterradora pues… ¿no qué eran diferentes?
¡Felices fiestas!
Con suerte Santa nos trae una buena ministra.