Por: Carime Kuri Fierros
Existen mascotas que tienen un rol simbólico dentro del sistema familiar, este rol es profundo. Más allá de ser únicamente acompañantes, las mascotas suelen representar ciertos valores emocionales y tienen dinámicas que reflejan la estructura y el funcionamiento del sistema al que pertenecen. A menudo simbolizan un punto de conexión emocional entre los miembros o algún miembro de la familia. Actúan como mediadores en conflictos interpersonales, promueven el cuidado mutuo y refuerzan la cohesión familiar. Se dice que un perro que recibe la atención de todos los miembros de la familia pueden ser la expresión del amor compartido dentro del núcleo familiar.
Las mascotas también reflejan las jerarquías y los roles dentro de un sistema. Quien asume la responsabilidad principal de su cuidado puede estar expresando su rol como cuidador o protector, inclusive de líder y a la inversa, el comportamiento de la mascota puede ser percibido como una extensión de la dinámica de autoridad o sumisión en el sistema, en muchos de estos últimos, una mascota simboliza un refugio emocional. Representan aceptación incondicional y son un lugar seguro para proyectar emociones reprimidas o complejas. Por ejemplo, un niño en una familia con tensiones puede desarrollar una relación especial con su mascota, sintiéndola como símbolo de estabilidad y consuelo.
En sistemas amplios, enfocados en la parte cultural, las mascotas pueden adquirir significados simbólicos relacionados con tradiciones, creencias o valores. Un ejemplo son los gatos, que son vistos como símbolo de protección espiritual, mientras que los perros representan la lealtad y la valentía. En algunos casos, las formas de obtener a la mascota pueden representar la identidad del sistema; familias que dan prioridad a la adopción de animales rescatados, pueden estar reforzando valores como la compasión y la justicia. Las mascotas no sólo acompañan, juegan o protegen, realmente son parte activa de los sistemas; también funcionan como símbolos vivientes que reflejan y moldean las dinámicas internas, los valores y las emociones de las personas con las que interactúan.
El duelo de la pérdida de una mascota sea por extravió, muerte accidental, muerte natural o muerte necesaria, es decir dormirlos, siempre será un duelo profundamente doloroso, sobre todo, si este ha sido tu principal compañía y apoyo emocional por años. Ambos generan un vínculo que va más lejos de lo racional. Afrontarlo requiere tiempo, aceptación y estrategias que ayuden a la persona a procesar esta ausencia, porque en realidad simboliza la ausencia de un ser querido. Estas relaciones son genuinas e incondicionales por lo que su pérdida puede llegar a sentirse como la pérdida de un familiar. Permitirse sentir tristeza, soledad o vacío, son sentimientos naturales y forman parte del proceso del duelo.
Darse un tiempo y después honrarlo haciendo una historia con sus fotos más representativas, escribirle una carta agradeciéndole ese tiempo, sembrar flores o un árbol que lleve su nombre escrito en una placa, buscar un dije que lo represente o enmarcar una foto, son actos simbólicos que te pueden ayudar a tener un cierre emocional.
