Por: Romina Silva y Roberto Villagrán
Al hablar de fuerza, resistencia y supervivencia animal, se suele cometer el error de pensar que dichas cualidades son proporcionales al tamaño de los organismos. Es común suponer que los animales pequeños están relacionados con fragilidad y una mayor vulnerabilidad, mientras que, de los animales más grandes se piensa lo contrario. En algunos casos, estas características pueden existir en la naturaleza; sin embargo, otras especies nos han enseñado que no existe esa regla, y que lo mejor es no subestimar a una especie por su tamaño.
Uno de los mejores ejemplos es el pequeño invertebrado llamado científicamente Tardígrado, mejor conocido como: “oso de agua”. Es de los animales más pequeños que existen, y para observarlo, es necesario utilizar un microscopio. ¡Así de diminuto es! No obstante, lo más sorprendente, es que es considerado el animal más resistente del mundo.
¿Sorprendente no? Es difícil pensar que algo tan pequeño pueda ser tan resistente, ¿Incluso más que las cucarachas? ¿Más que un cocodrilo o un tiburón? ¿Más resistente que los mismísimos humanos? La respuesta es sí. A diferencia de los anteriores, los Tardígrados tienen la capacidad de sobrevivir en condiciones ambientales extremas; por ejemplo, son tolerantes a un rango de temperatura de -272°C a 150°C, soporta altísimas presiones, la exposición directa a la radiación UV e incluso, han sobrevivido fuera de nuestro planeta.
La capacidad de sobrevivir ante estas condiciones es realmente impresionante y más allá de su adaptabilidad, esta gran resistencia se debe a un proceso llamado criptobiosis. Durante este proceso, los “osos de agua” se desecan, cambian totalmente su morfología, frenan sus procesos metabólicos, reacomodan sus músculos y cubren su cuerpo con una estructura protectora llamada vidrio biológico.
Lo fascinante es que pueden permanecer en criptobiosis durante aproximadamente 30 años y, una vez que encuentran las condiciones adecuadas, podrán rehidratarse, reacomodar su cuerpo y continuar con su vida; incluso producirán huevos con crías sanas. Este increíble mecanismo de supervivencia los ha convertido en objeto de estudio en la investigación aeroespacial, genómica y médica.
Los “osos de agua” son un claro ejemplo del porqué no se debe subestimar a ninguna especie por su tamaño; ellos han demostrado que sólo basta con conocerlos un poco más para dejarnos deslumbrados e incluso, otorgar beneficios a la humanidad.
¡Gracias, “ositos de agua”!
En México se han registrado más de 50 especies de Tardígrados distribuidos en los distintos ecosistemas del país, y es probable que aún no se descubran muchas más especies del grupo. A pesar de su resistencia, estos animales requieren de un ambiente conservado y amigable para desarrollarse, por lo que, es fundamental la conservación de las áreas naturales para la preservación de las especies.