El agradecimiento 

Por: Carime Kuri Fierros 

Tenemos la idea de que el agradecimiento va dirigido a dar un simple “gracias”; en realidad, va más allá, es un profundo sentimiento que nos conecta con algo mayor; con la vida, con el universo, con Dios o cualquier concepto de lo sagrado que tenga significado para cada uno.  Es un estado de reconocimiento y aprecio por la bondad, la belleza y las lecciones, incluso las más difíciles que experimentamos en la vida. Es la llave que nos abre al cambio profundo desde lo más superficial hasta conectarnos con lo más sublime. 

Practicar el agradecimiento espiritual implica abrirnos a las infinitas posibilidades que el universo tiene para complacernos, el agradecer diariamente nuestra bonanza está bien, pero hay que reconocer que ese agradecimiento lo manifestamos desde la mente, desde el ego, desde el miedo que nos lleva a perderlo todo; en respuesta,  el universo  recibe un agradecimiento carente, devolviendo carencia; hay elementos de apoyo, de amor, de aprendizaje o de protección, que evitan caer en la duda o en el fracaso si lo que recibimos no es lo deseado. Nos han hecho creer que al esforzarnos en repetir constantemente frases obtendremos esa relación, ese trabajo o ese bien material, el universo lo escuchará y lo cumplirá, pero así no funciona, el universo enviará sólo carencias, entonces la frustración aparece e incluso, se duda de la fe. 

El aspecto de la fe tiene la libertad de ser manejada y entendida de acuerdo a las creencias o a la religión que se practique, y se enfoca en lo que se tiene y se agradece en un lista interminable de acciones, intereses, relaciones o bienes materiales ya existentes, y no está mal, pero el agradecimiento que se da ante una petición, cualquiera que esta sea, que se maneja desde la visualización y la certeza que está dada, el universo la recibe y la envía cuando menos se espera, dando esa libertad que todo se ordene como debe ser sin el miedo a que no suceda; el verdadero agradecimiento abre las infinitas posibilidades de recibir lo deseado sin un desgaste emocional, sin miedo y sin dudas. 

Este tipo de agradecimiento no sólo mejora nuestro bienestar emocional, sino que también profundiza nuestra conexión espiritual. Nos invita a conectar con nuestra conciencia, a ampliar nuestra conciencia y a vivir una conciencia presente, a ser humildes y entender que formamos un todo y que el universo no se equivoca. Cuando agradecemos espiritualmente, nos abrimos a una conexión interna que genera un equilibrio que nos lleva a la aceptación y a la alegría de encontrar el sentido a nuestra existencia y serenidad en nuestra relación con la vida misma. 

Jacobo Grinberg veía el agradecimiento como una herramienta clave para la expansión de la conciencia, escribió también que, practicar el estado de gratitud, podía tener un rol central en nuestra percepción y en la construcción de nuestra realidad mucho más armoniosa. Desde su perspectiva, el agradecimiento podía considerarse una vibración que, al ser cultivada, genera un estado de conexión profunda con el entorno y lo divino. Esta conexión nos permite reconocer que formamos parte del universo, interconectados, donde el amor y el aprecio juegan un papel esencial. El agradecimiento no sólo nos beneficia en el plano emocional o mental, sino también es una herramienta para acceder a niveles superiores de percepción y comprensión de nuestra relación con la realidad. 

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