Por: Romina Silva Espejo y Roberto Villagrán Torres
A pesar del clima templado y estable del planeta Tierra, el ambiente somete a las especies y las hace luchar permanentemente contra los cambios, además las presiona para buscar las mejores estrategias de adaptación y supervivencia. Por otro lado, las millones de especies que coexisten en el planeta intensifican la lucha, convirtiendo a la superficie terrestre en un campo de batalla que se centra en conseguir los escasos recursos que son vitales para que la vida exista, como es la comida, el agua y los minerales.
Sin embargo, hay que resaltar que no todo es competencia en la naturaleza. Algunas especies han demostrado que pueden convivir y ceder espacios y recursos a cambio de cosas que ellas necesitan para sobrevivir; esto ha dado origen a relaciones simbióticas entre especies, que son tan antiguas como los mismos cambios geológicos.
La simbiosis es la convivencia entre dos o más especies distintas que intercambian recursos para sobrevivir. La simbiosis hace referencia a la unión, al compañerismo y al beneficio para las especies que se atrevieron a compartir la vida con otra especie, otorgándoles a su especie compañera la plena confianza de que estará ahí para cuando se les requiera, debido a que, en la simbiosis, ninguna de las especies podría sobrevivir sin la otra.
Por esta razón, la simbiosis podría parecer una estrategia de supervivencia frágil, ya que cada especie simbiótica depende de la existencia de la otra. Sin embargo, en la naturaleza hay casos de relaciones simbióticas muy antiguos, dignos de un profundo análisis, por ejemplo:
- Tu eres mi hogar y yo te doy comida.
El pez payaso tiene una gran ventaja en el arrecife al vivir en la anémona. La anémona es su lugar seguro, le brinda un hogar y sobre todo, protección, ya que cualquier otro animal que desee acercarse será atacado por sus toxinas, las cuales no afectan al pez payaso debido a la mucosa y al grosor de su piel. La anémona, a su vez, se beneficia del pez al obtener alimento y nutrientes gracias a las corrientes de agua que crea al nadar sobre ella.
- Invisible a la vista, pero indispensable para la digestión.
La interacción simbiótica no necesariamente ocurre entre especies del mismo reino. Por ejemplo, los animales herbívoros mantienen una interesante relación con las bacterias que habitan sus tractos digestivos. Estas bacterias descomponen la celulosa de las plantas que los herbívoros consumen continuamente, y a cambio, obtienen un lugar en el que pueden habitar con nutrientes a su alcance.
- Juntos podemos crear algo nuevo.
Los hongos y las algas han creado una interacción muy exitosa y extraordinaria. Sus células se entrelazan de tal forma, que crean un organismo completamente diferente: un liquen. Dentro de esta nueva morfología, el hongo proporciona protección y agua a las algas, mientras que ellas aportan nutrientes a través de la fotosíntesis. Juntos, han colonizado hábitats que individualmente no hubieran logrado. La simbiosis en la naturaleza es una estrategia que beneficia la supervivencia de las especies, sin importar su reino, tamaño, color o incluso, si alguna de estas es venenosa. Las especies nos enseñan que en muchas ocasiones, dos son mejores que uno. ¿Podremos aprender de ellas?