Por Lic. Carime Kuri Fierros.
El periodo de la adolescencia, marca el adiós a la infancia e inicia la edad adulta. Es la transformación del infante, en cuerpo y mente, para llegar a la adultez; no hay que confundir este periodo con la pubertad, que se inicia en un momento específico con el desarrollo hormonal.
El aspecto psicológico, en el adolescente, es tan importante como sus cambios físicos. Los especialistas mencionan que, en esta etapa, el sentido del “yo”, tiene un significado especial, porque empieza la identificación consigo mismo.
El período de imitación, toma un nuevo sentido y, la dinámica de forjar y mostrar su identidad, se ve influenciada también por el medio ambiente y por el grupo de amigos que se vuelve mucho más selectivo.
Se trata también de un proceso de “autoconfirmación” de su lugar en el núcleo familiar y marca el deseo de obtener su libertad, la cual viene rodeada de muchos conflictos y total resistencia con los padres o con todo aquello que sea sinónimo de autoridad. Los problemas más frecuentes en esta etapa, se pueden clasificar en sexuales, emocionales, escolares, conductuales, de abuso, de alimentación y de excesos, como las drogas y el alcohol.
Para los padres, la adolescencia se convierte en un desafío, en una verdadera montaña rusa, donde el subir y bajar, depende de los cambios emocionales que el hijo va experimentando y, se complica más, en este mundo complejo y cambiante, donde las normas, reglas y costumbres, están cada día más sensibles a sufrir cambios. Los adolescentes, comienzan a pelear cada vez más con los padres, quienes, en el mejor de los casos, comienzan a tirar de la cuerda cada vez más en un intento desesperado por mantener el control que ejercían cuando el hijo era pequeño.
El adolescente, desarrolla sentimientos de incomprensión, desamor, soledad y enojo, por mencionar los más comunes, que, si no son manejados de manera directa y adecuada, pueden llevarlos a buscar la atención y el amor en personas inadecuadas o en actividades poco confiables, originando problemas de embarazos no deseados, consumo de drogas, gusto por el alcohol o, en el peor de los casos, rozar la delincuencia y las actividades ilícitas.
Las Flores de California, son un aliado que nos ofrece varios florales para ayudar a nuestros hijos a pasar el periodo de la adolescencia, permitiendo llevar un manejo mucho más amable y natural de sus emociones. Aquí menciono algunas flores que pueden ser de gran ayuda:
Alpine Lily: permite un periodo menstrual más libre de conflictos. Esta flor tiene que ver con la aceptación de los cambios físicos de las niñas, como el crecimiento de pechos y la modificación de su cuerpo, ayudando con las emociones del proceso.
Angélica: protege a todos los jóvenes en el encuentro con sus emociones.
California wild rose: necesaria cuando aparecen ideas suicidas.
Chamomile: como tranquilizante, cuando inesperadamente, aparecen los cambios de ánimo.
Madia: para adolescentes distraídos y dispersos que se pierden al organizar tareas y actividades.
Sunflower: cuida las emociones vinculadas a la figura femenina y masculina, dando protección y sensación de ser amado. Equilibra a quienes entran en la pubertad.
Peppermint: cuando hay letargo o lentitud mental, este floral es el indicado.
Es una maravillosa elección acercarse a un Terapista Floral y poder llevar el tratamiento como un apoyo, tanto para el adolescente, como quizás, en algunos casos, para los padres de familia.