Por: Romina Silva y Roberto Villagrán
En octubre comienza la llegada de la mariposa monarca a los bosques mexicanos. Esta especie se ha convertido en un ícono nacional, reconocible por su gran tamaño y el llamativo patrón de colores naranja, negro y blanco que la distingue entre otras mariposas.
Su nombre científico es Danaus plexippus y se distribuye por América del Norte. La presencia de la mariposa monarca en distintos países depende de la existencia de hábitats adecuados para su alimentación, reproducción e hibernación, lo cual varía a lo largo del año. Por esta razón, se clasifica como un insecto migratorio.
La mariposa monarca realiza migraciones de largas distancias, aproximadamente 4,000 km desde Canadá, donde se reproduce durante el verano, hasta las montañas altas y de clima fresco en México, que sirven como refugio invernal.
Su ciclo de vida comienza en México. Después de hibernar durante aproximadamente cinco meses, en marzo, miles de mariposas monarcas inician su viaje hacia el norte. Durante este proceso, las mariposas alcanzan la madurez suficiente para aparearse, momento en el cual buscan plantas adecuadas para depositar sus huevos, siendo las del género Asclepias, conocidas como algodoncillos, sus favoritas.
Un aspecto sorprendente de su ciclo reproductivo es que, tras la puesta de huevos, la vida de las mariposas monarcas adultas concluye; es su descendencia la que continúa el viaje. De hecho, la migración de la mariposa monarca abarca cuatro o cinco generaciones.
Sin embargo, este extenso y generacional viaje migratorio se ve amenazado por diversos factores ambientales; uno de ellos es el aumento de la temperatura, que interfiere con el proceso de hibernación de las mariposas y puede alterar su ruta migratoria. Además, afecta el crecimiento y la calidad de los algodoncillos, esenciales para la puesta de huevos y la alimentación de las larvas.
Desafortunadamente, la temperatura no es la única amenaza que enfrenta Danaus plexippus. La precipitación también representa un riesgo, ya que un aumento en las lluvias puede reducir los períodos de puesta de huevos, y las tormentas severas pueden causar la muerte de más del 50% de las poblaciones que hibernan. A esto se suman otros factores como la fragmentación del hábitat, el uso de pesticidas y herbicidas, que comprometen aún más las poblaciones de mariposas monarca, las cuales han disminuido cada año.
Una forma de contribuir a la conservación de esta especie es mediante el establecimiento de jardines que incluyan plantas nativas productoras de néctar, así como especies de Asclepias, las cuales otorgarán refugio y alimento en cuanto lo necesiten.
