Confrontar la pérdida de la salud

Por: Carime Kuri Fierros

La salud es la mayor riqueza que poseemos todos, pero le damos el justo valor mejorando la alimentación, haciendo ejercicio constante, controlando el estrés, sanando emociones e incluso haciendo visitas periódicas al médico, con la finalidad de mantenernos sanos o no; la confianza es tanta creyendo que no se verá afectada aún reconociendo excesos. Hay enfermedades denominadas silenciosas que se manifiestan sin un aparente detonador, se sufre un desmayo, aparece un malestar, un mareo, una caída, una baja o alta de presión que surge inesperadamente y sin motivo aparente.

Normalmente se toman unas horas de reposo en casa y se estabiliza emocionalmente por la impresión; al sentirse normal se continúa con las actividades sin darle más importancia hasta que el cansancio es inminente y la apariencia física comienza a perder su brillo y, por insistencia de algún familiar o por no volver a tener otro malestar, se acude al médico. 

Después de una serie de análisis surge un diagnóstico alarmante con un pronóstico poco alentador, entonces da la sensación de que el tiempo se detiene y que la vida se va entre las manos. Esta pérdida es confrontativa, preocupante y quizá, muy frustrante, ya que todo se daba por sentado. La confrontación, el enojo y el miedo aparecerán inmediatamente y es muy fácil estacionarse en la negación juntamente con la victimes, es importante dar un espacio corto para ello a manera de que las emociones reprimidas salgan, pero no prolongarlo demasiado porque el factor tiempo es vital. 

La aceptación forma parte de la realidad es el momento de resolver todas las dudas con el médico tratante, hablar de los pros y contras del tratamiento que se ofrezca, tiempo de duración, reacción a los medicamentos, cambio de hábitos, verificar todo lo referente a la cirugía que es otra alternativa, conocer el tiempo de recuperación, los costos y el tiempo de permanencia en el hospital incluso, lo que se deberá dejar de lado por el resto de la vida.

En esta plática siempre se sugiere que se haga acompañado de otro familiar que pueda mantener más fría la cabeza para comprender todo lo que el médico indique. Hablar de frente, con la verdad y con el enfermo presente a la larga será mejor, no se le debe ocultar la verdad y menos negarle el derecho de tomar sus propias decisiones. Sentirse apoyado por la familia es importante. 

El enfermo se responsabilizará de su recuperación, desde seguir las indicaciones del médico, reconciliarse consigo mismo, liberar lealtades y apegos innecesarios, mirar la espiritualidad y llevar una terapia profesional con un tanatólogo, logrará grandes avances.

Por experiencia, quienes han recibido un diagnóstico inesperado y se han permitido aceptar mirando de frente el diagnóstico y sanado sus relaciones personales, los resultados de recuperarse son satisfactorios. Cambiar el concepto de pérdida por disfrutar de las cosas simples, reír y estar más tiempo con la familia. marcan la diferencia.

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