Por: Romina Silva
En la naturaleza existen distintas conductas de apareamiento, o como yo prefiero llamarle: “cursi y humanamente” diferentes tipos de amor. Porque si hay algo evidente en todas las especies, es la necesidad de sobrevivir y esto, sólo se logra al dejar descendencia, gracias a la reproducción.
La reproducción de los insectos suele ser interesante en algunos casos. El de las libélulas, por ejemplo, yo lo nombraría amor celoso pues después de realizar la cópula, el macho acompaña a la hembra durante todo el tiempo de la puesta; hoy se sabe que la razón por la que la acompaña tan pacientemente, es para que ningún otro macho se apareé con ella y esto no es todo, pues durante el apareamiento, la primera función del pene del macho es extraer el semen de los machos que se aparearon con la hembra anteriormente, para después, asegurarse de dejar su descendencia en el 100% de los huevos.
Otro insecto que llega a tener un amor bastante complicado y fulminante, es la mantis, la más religiosa de todos los insectos; al iniciar su apareamiento, se lleva a cabo la liberación de feromonas que motivan al macho a dar un gran salto y colocarse detrás de la hembra para iniciar la cópula. El acto sigue su curso normal hasta que empieza el canibalismo, de un momento a otro la hembra comienza a alimentarse de la cabeza del macho. ¡Así de fulminante es ese amor! Sin embargo, el canibalismo en las mantis no es común en la naturaleza, se ha reportado únicamente en cautiverio, debido a la escasez de recursos para la hembra.
Continuando con un caso menos salvaje y más romántico, se encuentra el animal más detallista del océano, un pez globo de apenas 12 cm de largo que crea una obra de arte de dos metros de diámetro para atraer a su pareja en épocas de reproducción. Durante siete días aproximadamente, acerca su cuerpo a la arena y nada en diferentes direcciones para crear patrones circulares; al finalizar, recolecta conchas y fragmentos de coral para decorar su linda obra. ¡No esperes menos de tu pareja!
Este pez no es el único romántico dentro del reino animal; existe uno que le da a su pareja el mejor regalo de todos: su tiempo. Los pingüinos, además de ser gorditos y bonitos, tienen una sola pareja durante toda su vida; además, existe evidencia de que los pingüinos de penacho amarillo pueden pasar la mayoría del año separados de su pareja por miles de kilómetros y esto no impide que durante la época reproductiva regresen a casa para reencontrase. ¿Será que un tiempo a solas mejore las relaciones? Por lo visto para ellos sí.
¿Es amor realmente lo que sucede en la naturaleza? Algunas conductas parecieran que sí, otras, no tanto. Sin embargo, toda esta diversidad nos muestra las increíbles adaptaciones que las especies han desarrollado a través de muchos años para lograr lo que todos deseamos: sobrevivir.
Referencias:
Kawase, H., Okata, Y., Ito, K. (2013). Role of huge geometric circular structures in the reproduction of a marine pufferfish. Scientific reports, 3(1), 1-5.
Rivera, A. C. (1999). Selección sexual y comportamiento reproductor de los insectos. Boletín de la SEA, (26), 693-701.
Salazar, J. (2008). Notas Sobre el cortejo sexual y apareamiento de Stagmatoptera septentrionalis Saussure & Zehntner, 1894 en Colombia (Mantodea). Boletín científico de museos de historia natural 12, 238 – 246.Thiebot, J.-B., Bost, C.-A., Dehnhard, N., Demongin, L., Eens, M., Lepoint, G., … Poisbleau, M. (2015). Mates but not sexes differ in migratory niche in a monogamous penguin species. Biology Letters, 11(9), 20150429.
