Hablar de feminicidios puede resultar incómodo para el gobierno, el delito va más allá de su prevalencia, y contiene problemas de fondo que se asocian con el actuar de las autoridades estatales; de acuerdo con la organización Causa en Común, el subregistro y la reclasificación de delitos en México, sugiere una manipulación de las cifras y levanta sospechas sobre los reportes presentados por los gobiernos locales; el cotejo realizado por la organización muestra que los estados de Tamaulipas, Colima, Nayarit, Tabasco, Tlaxcala y Baja California, reportaron reducciones en el número de feminicidios de hasta el 70% en el caso de Tamaulipas y 52% en Baja California, las cuales, contrastan con el incremento de mujeres víctimas de homicidio doloso en dichas entidades.
Los cambios en la incidencia delictiva no son algo menor, generan desconfianza respecto al actuar de las autoridades cuando se investiga la muerte de las mujeres, y nos hace dudar sobre la capacidad y la estrategia de las autoridades.
Sólo en Oaxaca, de diciembre 2016 hasta el corte de abril 2022 el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), tiene un registro de 212 feminicidios, cifra que contrasta con los 637 documentados por la Organización Consorcio Oaxaca, y que nos habla de un posible subregistro o lo que es peor, de un encubrimiento.
Durante el sexenio de Murat, la fiscalía ha sido incapaz de solucionar uno solo de los casos más mediáticos, Soledad Jarquín, Silvia Ivana, Irma Galindo y Claudia Uruchurtu, siguen esperando justicia junto a los cientos de mujeres que han sido víctimas durante los últimos seis años.
La justicia no existe en Oaxaca, aunque Alejandro Murat insista en decir que gira instrucciones para que los procesos avancen o se lleven a cabo, sus palabras son llamados a misa en medio de un estado que desde hace años, no cuenta con una Fiscalía eficaz, la corrupción y el nepotismo han imposibilitado que las oaxaqueñas cuenten con autoridades competentes que antepongan la justicia al interés personal.
Mientras los políticos se preparan para la transición, y Murat hace las maletas, el gobierno saliente deja una deuda impagable con las oaxaqueñas; Alejandro le falló a quienes le hicieron la campaña, le falló a las istmeñas que gritaban “Alejandro, el istmo te quiere mucho”; le falló a las vallistas que recorrieron la capital con y por él; le falló a las que le aplaudieron y llenaron mítines; a quienes le colocaron collares de guiechachi durante la campaña; a las que movilizaron, a las que defendieron casillas y llenaron urnas.
Alejandro nos falló el día en que permitió que el compadre de su padre saliera impune, el día en que Alfredito salió ileso; el día en que premió a Rubén con la Secretaría del Bienestar; el día en que Vera Hernández huyó; falló cuando firmó el “Acuerdo, paridad y no violencia en contra de las mujeres en razón de género” y olvidó su deuda con las víctimas. Alejandro falló todos y cada uno de los días en que una mujer fue asesinada y la Fiscalía hizo nada.
Alejandro Murat nos falló a todas y todos, eso es algo que no debemos olvidar, porque aunque algunas salimos ilesas, cientos más siguen esperando a que algún día alguien recuerde que la justicia es, también, su deuda.
Feliz jornada electoral, esa en la que no se votó por el menos peor porque no había ni pa’ donde hacerse.