A nuestra fundadora, María Antonieta Chagoya Méndez

Por: Yokebed, Dosué Díaz, Clarisa Aquino e Itamar Caballero

Es maravilloso como el universo nos hace coincidir con personas que impactan y suman a nuestra vida, que logran generar un cambio único y real, que a su paso van sembrando sueños en quienes le rodean; es impresionante como esas personas dan todo de sí para ver esos sueños hechos realidad. 

Una mujer admirable, tenaz, aguerrida, con un profundo amor al servicio, un corazón lleno de solidaridad y empatía, quien jamás dudó en poner al alcance de los demás, lo necesario para ayudar, porque creía fielmente que en la vida, hay que hacer las cosas correctas y siempre encaminadas hacia el bien; ello la caracterizó, su esfuerzo y dedicación le permitieron traspasar barreras y abrir nuevos caminos para las mujeres oaxaqueñas, convirtiéndose en un ejemplo de perseverancia y generosidad.  

La Doctora María Antonieta Chagoya Méndez, es reconocida por su amor al estudio, respetada profesionista, apasionada por su trabajo, dedicada al altruismo y a la labor social, una líder nata capaz de tocar el corazón de un sin fín de personas, quienes ahora buscan refrendar su compromiso, preservando su legado y replicando sus enseñanzas a través de los proyectos que ella fundó. 

Gracias a ello, hoy escribimos desde nuestra experiencia, como familia de la fundación 100 x Oaxaca, dónde ella nos enseñó a compartir el conocimiento, a dirigirnos en valores como una familia, a trabajar por el bien común, impulsándonos siempre a sentirnos orgullosas y orgullosos de nuestras raíces oaxaqueñas; porque además, fue precisamente su gran amor por Oaxaca, lo que la hacía soñar con un mejor estado, siempre espléndida, portando en cada sesión los atuendos coloridos que reflejaban su alegría y entusiasmo, dirigiéndonos con un porte que causaba  admiración e inspiraba respeto, así es como la recordaremos, siempre con una actitud resplandeciente.

Para su familia, estamos seguros que fue un pilar y un ejemplo de superación, fue el respaldo en cada tropiezo, y la alegría en cada éxito. Estamos seguros de ello, pues eran cualidades que hablaban por sí solas, ya que al cobijar a más de cien estudiantes como sus hijos e hijas, supimos del inmenso amor que había en ella, nos alentó en cada paso, nos dió todo, sólo esperando vernos crecer. El reto era enorme e imponente, tan grande como su compromiso, por eso, nada la detuvo.

Como pocas personas lo hacen, ella creía, creía en una mejor sociedad, en mejores seres humanos, en las juventudes, en el trabajo bien hecho y con buen propósito, creía en mejores profesionistas, creyó en cientos de sueños, más todos aquellos que su legado inspire.  La escuché decir en alguna ocasión que a sus hijos no les podía exigir lo que ella no pudiera hacer, y después de conocerla, de escucharla, y aprender de ella, podría decir que no había cosa que la Doctora María Antonieta no pudiera hacer.

Damos gracias por su vida, porque con todas sus letras podemos decir ¡Que ejemplo, que legado! 

Vivirá en cada palabra, en cada consejo y en cada acción que realicemos en beneficio de los demás.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *