Seguramente en algún artículo, revista o programa de televisión, hemos escuchado este término y puede ser que aún tengamos dudas de qué es, a qué se refiere.
Aunque no se ha llegado a un concepto definitorio único, la resiliencia existe desde siempre, en psicología no solamente implica la resistencia que los seres humanos tenemos ante el dolor o ante el sufrimiento, sino la capacidad que tenemos para continuar adelante después de un proceso traumático, incorporando herramientas resolutivas que nos permitan asimilar, aprender, resolver y continuar viviendo.
Todos los seres humanos atravesamos por algún evento sumamente traumático que afecta varios aspectos de nuestra vida, en alguno de nuestros momentos existenciales. Esta es una capacidad que permite a un ser humano, a un grupo social, familiar, institución o comunidad, el impedir, prevenir, superar o adaptarse después del trauma vivido.
Tenemos claros ejemplos en nuestro país como el sismo de 1985 y el sismo que acaba de ocurrir en septiembre del 2018. En éstos, vemos claramente nuestra capacidad para superar los aspectos destructivos de la adversidad. No son habilidades que se adquieran una única vez, se siguen utilizando a lo largo de nuestra vida. La resiliencia entonces, es un conjunto de aspectos intrapsíquicos, sociales, educativos, biológicos y humanos, que interactúan entre sí, permitiéndonos protegernos ante situaciones difíciles, aprendiendo de ellas.
Imaginemos un hombre en la época de las cavernas siendo perseguido por un “dientes de sable” o intentando que un oso no entrara en su cueva; desde entonces, la supervivencia y el estrés han caminado cogidos de la mano. Probablemente el animal en algún momento pudo cazar a alguien más, pudo lastimar al hombre y esto hizo que aprendiera, que desarrollara herramientas de supervivencia. Aunque ya no peleemos con osos, aunque el estrés sea derivado de otros factores, seguimos conservando esta capacidad de aprender.
Verdaderamente los seres humanos tenemos la capacidad de que, aún después de tiempos prolongados de estabilidad, al ser sacados de nuestra zona de confort por un trauma como una enfermedad, un accidente, una viudez, una orfandad, un proceso social crítico, una guerra, actos de terrorismo, todo aquello que provoque niveles muy altos de estrés de vida, podemos resistir, seguir viviendo y creciendo; podemos seguir siendo nosotros mismos y volver a construir una autoestima sana. Esto es la resiliencia.
Ahora, ¿Cómo desarrollamos la resiliencia?, te dejo aquí tres ideas que diariamente puedes hacer para empezar a desarrollarla.
Usa un pensamiento constructivo. Trata de cambiar como ves los problemas, en lugar de verlos como catástrofes terribles e insoportables; trata de recordarte que son retos que has de superar. Procura tener una perspectiva amplia y pensar que esos problemas no van a durar para siempre, sino que acabarán pasando.
Desarrolla metas y objetivos. Establece metas realistas que te ayuden a empezar a cambiar las cosas que deseas cambiar. Haz algo con regularidad, aunque sólo suponga un pequeño paso en la dirección hacia la que deseas avanzar.
Actúa: Cuando estás ante una adversidad, intenta hacer todo lo que puedas. Si estás actuando es porque estás pensando soluciones. No importa si muchas de esas soluciones son ineficaces, lo importante es que estás usando tu mente y estás actuando, eso hará que tarde o temprano, logres algún avance o encuentres una idea.
Y recuerda que “una pequeña grieta en ti no significa que estés roto, significa que te pusieron a prueba y no te desmoronaste.” (L. Poindexter)
¡Gracias!
Por Dra. Rosa Ma. Ortíz Prado
Doctora en Psicología, Sexóloga, Coach Certificado Internacional.
Matamoros No. 201, Col. Centro, Oaxaca de Juárez.
Tels: 951 547 1247 y 51 38304
Muchas gracias por tan valioso mensaje, llega a nuestras vidas como un aliciente para emprender de nuevo, solo me atrevo a agregar a este maravilloso articulo para fortalecer la resiliencia; que no debemos perder la fé en Dios, cualquiera que sea nuestra concepción de él, ya que, es el pilar para sustentar nuestro proceso de resurgir de las cenizas. Muchas gracias de nuevo por sus consejos. Un abrazo.