¿Por qué y para qué lloramos?
Rosa Ma. Ortíz Prado
Hemos hablado de la depresión relacionada con estas fechas de invierno. También hemos hablado sobre los aspectos psicológicos vinculados con diferentes fechas, relaciones y circunstancias.
Las emociones humanas están presentes en el proceso de nuestra vida, pensamos que somos racionales y que eso nos hace Sapiens. Sin embargo, un dato evolutivo muy importante se manifiesta en nuestra capacidad de llorar; somos el único mamífero que llora en relación a circunstancias psíquicas. Lo hacemos desde el momento en que nacemos y lo seguimos haciendo a lo largo de nuestro psicodesarrollo; el llanto nos acompaña como parte inseparable o inherente de nuestro ser; fisiológicamente, la lágrima cumple una función en nuestro cuerpo: proteger y lubricar el ojo, este tipo se llama lágrima basal.
Existe otro tipo de lágrima refleja, que aparece cuando nos entra una partícula extraña en el ojo como polvo, algún irritante o cuando estamos atravesando un proceso gripal, por ejemplo. Pero la lágrima que nos interesa a los psicólogos es aquella llamada psíquica, el llanto. Que puede estar relacionado con dolor físico, dolor emocional, alegría, tristeza, miedo, tensión, enamoramiento, orgasmo, etc.
Charles Darwin decía que no servía para nada, que la única lágrima útil era la que protege nuestros ojos. Sin embargo, en esta época de ampliación en el conocimiento de las emociones, de conocer lo que es la inteligencia emocional -propuesta por Daniel Goleman- sabemos que el llanto acompaña nuestra evolución.
¿Podemos sentirnos más empáticos hacía alguien cuando llora? ¿Aparece más fácilmente la compasión? ¿Nos permite admirar más profundamente la belleza humana y la de la naturaleza?
¿Nos tranquiliza? ¿Nos permite superar una pérdida? ¿Asumir la frustración? ¿El miedo? ¿El coraje? ¿El patriotismo? Es decir, ¿El llanto tiene una estrecha relación con nuestra salud psicológica y emocional?
El psicólogo holandés Ad Vingerhoets señala que nos sentimos mejor después de una buena llorada, es decir, el llanto tiene un efecto catártico; culturalmente, también tiene un papel importante. Se ha estudiado que las mujeres lloramos más frecuentemente que los hombres, en una relación 4 a 1. Esto se debe a diferencias hormonales y al condicionamiento social de los países. “Las lágrimas contienen prolactina, una hormona producida por la glándula pituitaria y que está asociada con la emoción, la misma que las mujeres producen en mayor cantidad que los hombres. La investigación no descarta que esto sea también por el machismo que se vive en algunas sociedades, en donde se dice constantemente que: «los hombres no lloran».
Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba,
como en tu rostro y tus acciones veía
que con palabras no te persuadía,
que el corazón me vieses deseaba;
y Amor, que mis intentos ayudaba,
venció lo que imposible parecía:
pues entre el llanto, que el dolor vertía,
el corazón deshecho destilaba.
Baste ya de rigores, mi bien, baste:
no te atormenten más celos tiranos,
ni el vil recelo tu inquietud contraste
con sombras necias, con indicios vanos,
pues ya en líquido humor viste y tocaste
mi corazón deshecho entre tus manos. (Esta tarde mi bien, Sor Juana Inés de la Cruz)
Esta poesía de Sor Juana Inés de la Cruz es un claro ejemplo de lo que la lágrima psíquica puede representar para el ser humano; y lo que algunos autores sostienen, es que la lágrima humana permite vincular lo inefable, lo indescriptible, lo que no puede definirse con palabras, con algo que puede materialmente tocarse como una lágrima.
Y algo que podríamos preguntar es: ¿Quién de nosotros no ha llorado? ¿Quién de nosotros no ha utilizado el llanto para denotar una emoción profunda o doliente? ¿Quién de nosotros no se ha sentido más humano cuando ha podido llorar? ¿Quién de nosotros no ha establecido un profundo contacto con su sensibilidad cuando se ha permitido el llanto? ¿Quién de nosotros no se ha sentido profundamente conmovido alguna vez por el llanto de otro ser humano?
Y como estas preguntas, podríamos hacernos varias de lo que el llanto ha significado en nuestra vida; no siempre asociado a dolor y sufrimiento, pero siempre vinculado con algún tipo de emoción.
Como siempre, es un honor poder compartir con ustedes este espacio. Gracias.