Por: Psicoterapeuta Rosa María Ortiz Prado
En psicoterapia nos preocupa conocer y manejar nuestra emocionalidad o lo que se llama, conciencia emocional; es decir, la capacidad para mantenernos en un equilibrio sostenido tanto mental como emocionalmente, y son habilidades humanas que, si bien no están presentes en todos los seres humanos por igual, todos las podemos desarrollar.
Como todos sabemos, somos seres emocionales y cognitivos, sin embargo, en una cultura como la mexicana, no se fomenta un sano conocimiento ni un sano manejo de nuestra emocionalidad, dando como resultado, un déficit en la capacidad de reconocer nuestras emociones. Algunos autores sostienen que existen aproximadamente 250 emociones, aunque todas parten de las seis emociones básicas de Ekman, habiendo un amplio abanico de variantes entre todas ellas. Si no somos capaces de reconocer nuestros sentimientos y nuestras emociones, menos podremos gestionarlas y el resultado es algo que muchos conocemos: un fuerte desequilibrio emocional.
Desarrollar conciencia de las emociones tanto propias como de los seres que nos rodean, dentro del contexto en que nos desenvolvemos, al clarificar la conciencia, puede aumentar la existencia de habilidades de gestión, pero ¿qué podemos hacer para que nuestra conciencia emocional crezca?
*Trabajar en percibir e identificar nuestros sentimientos y emociones, permitiéndoles que formen figura, no reprimiéndolas.
*Nombrar las emociones por su nombre, el enojo es enojo, no “un poco de molestia”; la tristeza es tristeza, no, “decaimiento” o “estar bajón”, etc., etc., es decir, esforzándonos en usar el nombre que nos describa correctamente la emoción o el sentimiento que estamos vivenciando.
*Trabajar en comprender las emociones de los demás. Esto se da cuando elaboramos empatía hacia los otros y somos asertivos en el lenguaje, tanto verbal como no verbal.
*Trabajar en diferenciar emoción, cognición y conducta, y ver la relación existente entre ellas, por ejemplo: ¿qué pienso cuando me enojo? o ¿qué hago cuando me enojo?
Es decir, encontrar un camino para darme cuenta de mi emoción, describirla, reconocer qué pienso y qué hago para poder darle curso asertivamente. Pasamos mucho tiempo queriendo controlar a los demás y desconociéndonos a nosotros mismos.
En Psicología decimos “si lo nombras, lo domas”, y se refiere al simple hecho de ponerle nombre real a una emoción real de una manera asertiva, logrando con esto que en segundos disminuya la activación de la amígdala, una región de nuestro cerebro íntimamente ligada a las emociones, que envía una especie de timbre ante el peligro, el riesgo o la ira y nos prepara para la huida o el ataque. Cuando reconocemos una emoción, la amígdala disminuye su actividad y se activa nuestra corteza prefrontal, dando paso al pensamiento racional y a la inhibición del impulso, gestionando así las emociones desde una postura cognitiva-conductual, aprendiendo a autocontrolarnos.
Al crear congruencia emocional nos vemos obligados a activar la parte más racional de nuestro cerebro, evitando que las emociones se disparen sin control; al entendernos y entender a los otros, el impacto emocional disminuye y hace que las emociones sean menos dolorosas y menos destructivas, esto podemos aprenderlo desde que somos niños, y podemos incrementarlo a lo largo del proceso de aprendizaje emocional de nuestra propia vida, pudiendo sintetizarse de la siguiente manera:
Préstale atención a tus emociones, no las reprimas ni las niegues, no las juzgues, sólo nómbralas; recuerda que no hay emociones ni buenas ni malas, son sólo emociones, presentes como manifestación de la alta capacidad de un cerebro como el nuestro; pon atención al mensaje que te dan, siempre están enseñándote algo y acepta el pensamiento asociado a tus emociones y, cuando no sea congruente, busca ayuda profesional si consideras que lo requieres y apóyate en la respiración, en la meditación, en el Mindfulness, en el ejercicio físico de descarga como golpear, en llevar a cabo tiempo fuera y todo aquello que consideres un soporte para tu autocontrol. La capacidad de corregir nuestra conducta para ser un mejor ser humano, siempre se lleva a cabo, recuérdalo, en el aquí y ahora, en el presente continuo.
Gracias por leerme.
