Rosa Ma. Ortíz Prado
Como profesionales de la salud, como seres humanos, como mujeres y hombres, como padres y madres, algo que puede preocuparnos, es que nuestras hijas e hijos adolescentes vivan violencia de pareja. Las relaciones tóxicas pueden empezar en edades tempranas; desde las primeras experiencias de pareja se pueden dar ciclos de violencia, donde ninguno de los dos puede estar preparado para resolver. Como adultos, podemos acompañarlos y guiarlos en este proceso, pero no olvidemos que son seres individuales, que están recolectando experiencias y, que en algunos casos, no pedirán ayuda.
De acuerdo a la encuesta sobre Violencia en el Noviazgo; en México, el 39% de las y los jóvenes entre 15 y 24 años de edad que tienen una relación de noviazgo, sufren violencia emocional (Roberto Castro e Irene Casique (CRIM), UNAM). Las agresiones pueden ir desde insultos, humillaciones y amenazas, hasta golpes. Casi un 7% sufre maltrato físico en esa etapa y el 8% de las mujeres, en esos rangos de edad, es objeto de agresión sexual.
Se sabe que la violencia en las parejas puede tener un efecto negativo a lo largo de toda la vida; las víctimas adolescentes pueden trasladar los patrones de la violencia a relaciones futuras o quedarse en noviazgos violentos que no son notados a tiempo. “La violencia en el noviazgo de las parejas adolescentes pone a los jóvenes en riesgo de formar un patrón negativo o equivocado de lo que es una relación saludable”.
¿Qué podemos hacer como madres y padres de familia para prevenir la violencia de pareja con nuestros adolescentes?
- Transmitir modelos de relaciones basadas en la igualdad, compartir en pareja la crianza de las y los hijos, y demostrarles que pueden resolverse los problemas de una manera no violenta.
- Reforzar la autoestima de nuestras y nuestros hijos.
- Comunicarse con las y los adolescentes de una manera abierta y efectiva.
- Enseñar a nuestras y nuestros hijos cuáles son las primeras señales de una relación abusiva; la cual puede tener las siguientes características:
- Abusos verbales y emocionales
- Conductas dominantes y de control
- Apodos indeseables
- Celos patológicos
- Minimización o descalificaciones
- Le dice cómo tiene que vestirse o maquillarse
- Amenazas sobre daños ocasionados a la pareja, a la familia o a su propia persona (suicidándose), por no hacer lo que ella o él exige
- Control en las llamadas de su celular y uso de redes sociales
- Llamadas constantes para saber lo que hace la pareja y saber dónde se encuentra
Y ¿Cómo sé si mi hija o hijo ya es víctima de maltrato?
- La pareja de su hija o hijo tiene un comportamiento controlador y exigente
- Escucha que le habla con palabras que encajan dentro del abuso verbal o emocional
- El adolescente siempre está en el teléfono o recibe llamadas constantes de su pareja, queriendo saber dónde y con quién está
- Tiene moretones o fracturas que no tienen explicación
- Cambios en el estado de ánimo (depresión, llanto, no quiere hablar)
- No quiere ir a la escuela o a eventos sociales
- No quiere hablar de la relación
Recordemos que la violencia no es un problema que sólo afecta a las mujeres o a los adultos y que está en nuestras manos el prevenirla, reconocerla y hacer algo al respecto. Si nos damos cuenta de que nuestras y nuestros hijos están atravesando por una experiencia como esta, podemos intentar hablar con ellos, o bien, buscar profesionales que nos orienten sobre cómo debemos actuar o qué debemos hacer como familia.
Gracias por acompañarme nuevamente. Recuerden que es a partir de ahora que puedo empezar a vivir la vida que siempre he querido para mí y para mi familia.
Dra. en Psicología Rosa María Ortíz Prado
Sexóloga. Coach certificado internacional.
Mariano Matamoros #201
Col. Centro, Oaxaca de Juárez
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