Por: Dra. Rosa María Ortiz Prado
Todos los seres humanos mentimos, perdemos las llaves, posponemos cosas, nos mordemos las uñas, somos impuntuales, jugamos con nuestro cabello o con nuestros dedos, bebemos demasiado café o demasiada Coca-Cola, podemos también fumar o tomar alcohol y casi todos nosotros, nos identificamos con alguna conducta de hábito. Estos hábitos junto con muchos otros que no mencionamos aquí, pueden resultar irritantes o perjudiciales para la salud humana; sin embargo, en el momento sirven para disminuir la tensión y para liberar el estrés causado por las múltiples circunstancias que diariamente tenemos que asumir.
Pocas veces nos preguntamos por qué lo hacemos, ni siquiera cuando corremos riesgos como perder un trabajo, una relación, parte de nuestra salud o el respeto de los demás, se vuelve motivo suficiente para reflexionar y cambiar. La mayoría de los seres humanos repetimos comportamientos que nos hacen daño, ya sea a nivel emocional, mental o conductual y, a lo largo de tantos años de ejercicio profesional, aún no conozco a una sola persona que en algún momento de su vida no haya tenido un hábito, hasta cierto punto nocivo.
Una forma de darnos cuenta si nuestros hábitos son observados por los demás, sería, en un ámbito de confianza, preguntarle a nuestra pareja, amigos, familiares o compañeros de trabajo, qué hábitos observan en nosotros y seguramente nos sorprenderá lo que nos contesten. Y si escuchamos decir: “es que mueves las piernas cuando estás sentado/a”, “muerdes el lápiz”, “tartamudeas cuando estás nervioso/a”, “repites mucho la frase éste, éste, o sea, o sea”, etc.. quizá estemos frente a un hábito o conducta estereotipada.
Tal vez aún no te has dado cuenta que hablas muy rápido o muy alto, o que te rascas la cabeza cuando estás pensando, porque frecuentemente tenemos hábitos de los cuales no somos conscientes; quizá no sean hábitos nocivos como el alcohol o las drogas, pero no te tomas tu café si no tiene azúcar, no te resistes a una barra de chocolate o inhibes tus emociones en lugar de decir lo que verdaderamente sientes.
¿Entonces los hábitos son parte de nuestra existencia?, Sí. La mejor manera de convertirnos en seres humanos más sanos y felices es aprender a aceptar y distinguir nuestros hábitos, comprenderlos y cambiarlos o, si es posible, deshacernos de ellos, ya que con frecuencia no eliminamos el estrés que experimentamos, por eso los hábitos se vuelven un medio para expresar emociones reprimidas. No importa cuál sea, el hábito estará relacionado con aquello que nos tensa, puede ser ira, miedo, resentimiento, envidia, dolor emocional o tristeza y, repetir la conducta, se vuelve una manera establecida a un estado particular y sigue un mismo ciclo que ya quedó establecido.
Emoción – culpa – autoestima – dolor – verdad – negación = resultado (hábito). Si observamos nuestro cuerpo físico y las conductas de repetición, podremos entender nuestro cuerpo emocional, ya que el motivo por el cual las emociones se vuelven inconscientes y se ocultan o disfrazan en un hábito, es porque reflejan aspectos de nosotros que consideramos inaceptables, por eso preferimos evitarlos en lugar de enfrentarlos.