Por: Alejandra Reverendo
Siempre me preguntan cómo es trabajar como freelance y si realmente vale la pena dejar la “seguridad” de un trabajo fijo. La verdad es que no es un camino fácil, pero tiene algo que para mí lo hace irresistible: la libertad.
Elegir con quién y en qué trabajar
Lo que más disfruto es poder decidir qué proyectos aceptar. No se trata sólo de dinero, sino de conexión: trabajar con marcas o personas que realmente resuenen con mi estilo hace que cada diseño tenga más sentido. Y claro, también tengo la opción de decir que no, cuando algo no vibra conmigo.
La magia de manejar mi tiempo
Soy de esas personas que funcionan mejor en ciertos horarios raros: a veces me inspiro de madrugada, otras necesito una mañana tranquila para arrancar. Como freelance, yo decido cómo organizar mi día. Puedo trabajar desde un café, mi casa o incluso mientras viajo. Esa flexibilidad es oro puro.
Nunca aburrirse
Cada cliente trae un reto nuevo. Un día estoy creando la identidad de una startup tecnológica y al siguiente diseño el cartel de un evento cultural. Esa variedad me mantiene despierta, aprendiendo y experimentando.
Aprender más allá del diseño
Cuando eres freelance descubres que también eres tu propia jefa de administración, ventas y gestión. Aprendes a negociar, organizar, presupuestar y hasta leer a los clientes entre líneas. No siempre es fácil, pero al final te convierte en un profesional más completo.
El tema del dinero
Claro, ser freelance implica meses buenos y otros no tanto. Pero también significa que mis ingresos no tienen techo: depende de cómo me organice, cuánto cobre y qué tan constante sea. Esa posibilidad de crecimiento me motiva más que tener un sueldo fijo.
Quizá lo más valioso es que puedo moldear mi vida como quiero. Si necesito más tiempo para mi familia, para viajar o para un proyecto personal, lo ajusto. El trabajo se adapta a mí, no al revés.
Ser freelance no es para todos, lo sé. Requiere disciplina, paciencia y mucho amor por lo que haces. Pero para mí es la manera más auténtica de vivir el diseño: con libertad, con variedad y con la satisfacción de saber que yo decido el rumbo de mi camino.







