Fotografía: Juan de Dios López
En el corazón de México, donde la cultura se entrelaza con la calidez y el fervor de su gente, Oaxaca brilló con todo su resplandor durante la Guelaguetza. Esta celebración folklórica, la más grande de todo México, nos distingue a los oaxaqueños, llenándonos de orgullo y alegría. En julio, la Guelaguetza ha llenado nuestras calles y corazones de colores, música y danzas tradicionales que reflejan nuestro rico legado cultural.
Desde el día 1 hasta el 31 de julio, Oaxaca se transforma en un escenario donde se conjugan la historia y las tradiciones de nuestros pueblos; los bailes tradicionales, con sus trajes coloridos y movimientos llenos de un sentido de pertenencia cultural, han sido el alma de esta edición de la Guelaguetza, capturando la esencia de nuestras raíces y mostrando al mundo la riqueza de nuestra cultura.
La Guelaguetza es más que una fiesta, es una manifestación de la identidad oaxaqueña; es un tributo a nuestra tierra, a nuestras costumbres, a nuestra indumentaria y, sobre todo, a nuestra gente. Cada danza, cada canción, cada sonrisa compartida durante estos días es un testimonio vivo de nuestro legado y de la pasión con la que vivimos nuestras tradiciones.
Oaxaca se ha reafirmado como un destino único, un corazón cultural de México que late con fuerza y orgullo. Nuestra gastronomía, conocida y admirada a nivel mundial, se ha mezclado con las festividades, ofreciendo a los visitantes grandes experiencias gastronómicas acompañadas de un buen mezcal. Desde el mole hasta los tamales, cada bocado ha sido una celebración de nuestra tierra y de nuestra gente.
En esta temporada de la Guelaguetza, hemos compartido nuestras tradiciones y nuestro espíritu de comunidad y hospitalidad. Los oaxaqueños somos privilegiados de contar con una cultura tan vasta y rica. Nuestros pueblos, con sus historias y costumbres, se han reflejado en cada baile, mostrando al mundo lo que significa ser parte de esta tierra.
Las fotos que compartimos en este cierre de la Guelaguetza capturan la magia y la emoción de su gente. Son un testimonio visual de la belleza y la diversidad de nuestro estado y nuestra cultura. Oaxaca está de fiesta, y nosotros, como orgullosos oaxaqueños, estamos emocionados de compartir esta celebración con todos ustedes. Los esperamos en la tierra donde “Dios nunca muere”, nos vemos en el 2025.






