¿Errores? 

Por: Elizabeth Castro  

Fernández Noroña ha sido un político controversial a lo largo de su carrera, ha encabezado manifestaciones y en más de una ocasión sus formas han sido duramente criticadas, el hoy senador por MORENA ha navegado en la política y es conocido más por sus escándalos que por sus aportes, poco se habla de sus orígenes en la izquierda mexicana y mucho de sus arranques y declaraciones cargadas de improperios y acusaciones.  

Durante los últimos meses no ha hecho más que demostrar que las prácticas que tanto detestamos y que hicieron que el país votara por el cambio prometido por la 4T; no desaparecieron, sus penosas declaraciones respecto a los indicios encontrados en el Rancho Izaguirre, son solo una muestra de que es un político de la vieja escuela que prefiere demeritar el dolor de las víctimas antes de aceptar que el estado ha fallado sistematicamente. 

Ni hablar de sus declaraciones respecto a los errores que se cometieron durante la selección de candidaturas para el Poder Judicial y que permitieron que defensores conocidos por trabajar con narcotraficantes se encuentren en la lista de candidaturas, “el Comité procesa, claro que puede tener un error, es bien bonito desde la comodidad de andar de chingaquedito ‘es que hicieron mal’”, declaró el senador.  

Y claro que se pueden cometer errores, pero estos fueron denunciados por diversas organizaciones y periodistas, señalados por víctimas; pero nada ocurrió, la premura con que la elección fue organizada imposibilitó la revisión exhaustiva de los expedientes y permitió que perfiles inadecuados obtuvieran una candidatura. Y eso es lo que pasa cuando importa más la politiquería que el método, cuando algo tan trascendente como la impartición de justicia se torna en botín político. 

La demanda de Noroña al INE, era claramente improcedente, no era su función revisar lo que los comités y los poderes legislativo y ejecutivo habían avalado, para eso existe la división de funciones y atribuciones, ¡vamos! De alguna manera se “confía” en el proceso y se estima que cada una de las partes involucradas hace su trabajo de manera adecuada. 

Noroña olvida que ha sido un ferviente defensor del proceso de reforma judicial, y que en sus manos estuvo el que existieran mecanismos adecuados para la formulación e implementación de los mecanismos de selección; pero “el sectarismo” (sic) que critica es el mismo que le llevó a legitimar un proceso cuyos efectos conoceremos solo al pasar de los años. 

El senador no se disculpa, solo vive a la defensiva, creyendo ciegamente en que es intocable, algo que quedó parcialmente demostrado cuando después de un berrinche obtuvo una reunión con la presidenta y terminó siendo nombrado líder del senado, afiliándose a MORENA y convirtiéndose en fuego amigo dentro del movimiento.  

Fernández Noroña es un punto de apoyo frágil para Sheinbaum, sus declaraciones no ayudan, sus espavientos menos; sin embargo, se mantiene, igual defiende lo que antes criticaba que recicla discursos y tácticas de la vieja guardia. Pero ¿por qué debería importarnos lo que el senador dice? Porque el curul que ocupa se lo debe a la ciudadanía y, si MORENA en verdad representa un cambio debería empezar por deshacerse de esos perfiles que solo muestran la podredumbre que le rodea, esa que con un arrebato muestra que los finales felices no existen, y que el autoritarismo solo cambió de nombre y afiliación.  

Mientras tanto ¿ya sabe por quién votará el 1 de junio?, ¿conoce a las y los candidatos a jueces, magistrados y ministros?, ¿o dejará en manos del sectarismo la impartición de justicia?, ¿usted también piensa que al final es más de lo mismo? ¿o se dejará convencer por algún mal chiste de tik tok? 

El 26 de abril, Fernández Noroña dijo ante el congreso del PT: “Somos un solo movimiento, Morena, PT y Verde, una sola lucha, un solo objetivo.” Salió abucheado, el eterno político abandonó el lugar en que se reunían los petistas y horas después publicó en Twitter “lo que hoy hicieron es profundamente injusto y no lo merezco.” 

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