ENTRE EL AMOR ROMÁNTICO Y LA VIOLENCIA POR RAZÓN DE GÉNERO…

Por Jhazibe Valencia

Es innegable, que la mejor herramienta de sometimiento y control sobre una mujer, en un porcentaje altísimo, es el amor; pero no un amor cualquiera, un amor romántico; ese que nos han hecho creer, desde siempre, y en todas las latitudes, que cuando lo tenemos es porque un hombre (y sólo un hombre) nos ha beneficiado eligiéndonos. Bien por nosotras, si ese es un amor, digamos “bonito”, que se dé en situaciones de igualdad, pero, sobre todo, de respeto. Al final del día, el feminismo, lo que realmente busca, no es la superioridad genérica, sino la igualdad genérica. Pero si nos encontramos con alguien que combine: buen trato – mal trato, para destrozar la autoestima de cuanta mujer se le atraviese, lo mejor es poner un alto…y huir.

 

“En nombre del Amor”, miles de mujeres, a diario en el mundo, son maltratadas, explotadas, abusadas o asesinadas; estamos hablando de mujeres de todas las edades y contextos socio culturales, de mujeres que se sienten solas, porque realmente lo están, en el camino de la violencia y el maltrato; ya que ellos, las han alejado de redes de apoyo sólido, de familia y amigos, de trabajo, de una vida social. Les aterra quedarse “solas” porque han tendido, alrededor de ellas, una malla aparentemente insalvable.

 

Estos amores románticos se relacionan con la pasión amorosa. William Jankowiak, en 1995, definió perfectamente a los tres elementos que caracterizan esta “falsa ilusión amorosa”: la idealización del otro, el deseo exacerbado hacia una intimidad física y emocional y, la peor de todas, la expectativa hacia un futuro, esa que nos tatuaron con fuego de que no podemos ni debemos vivir la vida “solas”, envejecer sin un hombre a nuestro lado que nos “haga fuertes”…al precio que sea.

 

El amor romántico también nos enseña que la familia formada por padre, madre e hijos es inherente a la mujer femenina, su mandato es que la maternidad es obligada porque la mujer es dadora de amor y de sacrificio, no consideran la reproducción como una decisión personal ni como una opción; cuántas veces nos han preguntado que para cuándo los hijos y, cuando “llega” el primero, y aún parturientas, nos están cuestionando que cuándo “el segundo” o, peor aún, “para cuándo la parejita”.

 

En la medida que la desigualdad sea naturalizada por mujeres y hombres, poco se podrá avanzar en la dignificación de la mujer; si nos seguimos ostentando nosotras mismas como el abnegado pilar del día a día, no nos moveremos del lugar en el que nos encontramos.

 

Identifiquemos las formas de violencia doméstica, no demos por hecho una felicidad y un respeto que no existen, dejemos de ubicarnos nosotras y a nuestras niñas y adolescentes, en situaciones de riesgo por decisiones mal tomadas; si no podemos solas en esta tarea, acudamos a instancias especializadas públicas o privadas.

 

En el quehacer del empoderamiento de las Mujeres, participemos tod@s. Los hombres, necesariamente, tienen que educarse y reeducarse continuamente en los micromachismos. Prevengamos conductas violentas desde casa y apostemos a una sociedad igualitaria y justa.

 

Jhazibe Valencia de los Santos

Directora de los Centros de Justicia para las Mujeres de la Fiscalía General del Estado de Oaxaca

 

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