El duelo no resuelto, una carga emocional crónica 

Por: Rosa María Ortiz Prado 

  
Todos los seres humanos atravesaremos el proceso de duelo varias veces en nuestra vida. Es una experiencia natural y necesaria cuando enfrentamos la pérdida de un ser querido o una separación que no queremos asumir. 

 
A través del duelo buscamos consciente e inconscientemente una solución para enfrentar esa pérdida, para adaptarnos a esa ausencia y reconstruir nuestra vida, seguir adelante. El duelo no resuelto puede manifestarse de diferentes maneras en cada ser humano, provocando comportamientos diferentes e intensidades, incluyendo sentimientos permanentes de tristeza, insomnio, ansiedad, aprensión, culpa, ira, impotencia, frustración, miedo, desesperación, y dificultad para llevar la cotidianidad de la vida diaria, o de nuestras relaciones interpersonales, familiares o amorosas. 

 
Una de las causas por las que el duelo puede no resolverse adecuadamente es la evitación de asumir las emociones asociadas a la pérdida, que se vuelve una estrategia también fallida porque no evita el dolor y sólo dificulta la posibilidad de sanar emocionalmente. 

 
Otro factor que se ha observado es carecer de un entorno de apoyo social o familiar que permita construir una red de apoyo para los momentos críticos y para la necesidad de expresión verbal y de descarga de emociones; es fundamental tener un hombro en el cual recargarnos, en donde llorar, contar con alguien que nos escuche y apoye; los seres humanos somos entes sociales y requerimos de la solidaridad de grupo para poder construir la resiliencia, la soledad puede agravar la manifestación dolorosa de la pérdida y hacer mucho más difícil la readaptación. 

Además, factores personales como antecedentes traumáticos, pérdidas frecuentes, personalidad inestable, trastorno de ansiedad, cuadro depresivo previo, pueden complicar nuestra situación, incluyendo las dificultades de afrontamiento; en estos casos, es fundamental buscar ayuda profesional para lograr restablecer el equilibrio psicológico y afectivo, ello requiere tiempo, perseverancia, paciencia y trabajo personal, permitiéndonos la expresión de nuestras emociones humanas asociadas al dolor y al proceso de duelo. 

Hay que saber que un duelo no resuelto no tiene un tiempo límite, tiene un tiempo de inicio, pero puede permanecer por tiempo indefinido en nuestra vida; la ayuda profesional es indispensable para alcanzar una salud mental y emocional posterior a la pérdida, recordando que no hay una manera correcta de elaborar un duelo, es un proceso personal e intensamente humano que se elabora a nuestro propio ritmo y de acuerdo con las necesidades emocionales de cada uno de nosotros.  

La pérdida es parte de la vida, y la recuperación emocional de la pérdida del orden que sea, por muerte, separación o cambio, también es parte de la vida, y la vida es para vivirla no para sufrirla… 

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