Por Psict. . Rosa María Ortiz Prado
Después de que una relación ha terminado, es probable que sintamos que no nos podemos despedir completamente de la persona o de la relación; que nuestros amigos o familiares nos digan cosas como: “tienes que dejarlo ir”, “no vale la pena que te sientas así”, “tienes que darle carpetazo a la relación” y, aunque sabemos que estas frases vienen desde un lugar lleno de amor y preocupación por nosotros, probablemente pensemos que es más fácil decirlo que hacerlo o que lo estamos intentando pero nada parece hacerlo más fácil.
Cuando se le pregunta a alguien cómo “se deja ir” probablemente te responderán algo en la línea de: “tienes que dejar de pensar en él/ella”, pero al no ser nada específico y no ser nada fácil, mucha gente recurre a “curitas” como alcohol, drogas, mantenerse exhausto durante el día, etc. Recordemos que suprimir y dejar ir no es lo mismo.
De acuerdo con la psicóloga Andrea Matthews, no hay una manera fácil de poder hacerlo; sin embargo, sí es posible y tiene que ver en cómo manejamos la realidad; cómo dejamos de convencer a nuestro cerebro o cómo negociamos con él para dejar de estar aferrados a una persona, a una idea o a una relación. Por ejemplo, un pensamiento en el que negociamos sería: “Lo único que tengo que hacer es que él/ella se enamore de mí o se vuelva más cariñoso/a conmigo, entonces me voy a sentir mejor y vamos a estar bien, entonces el daño que tengo va a ser reparado”.
El pensamiento que nos ayudaría a dejar ir a esa persona sería algo así como: “No puedo hacer que esta persona me quiera como yo quiero, porque no puedo controlarlo, tal vez debería ir a terapia para trabajar esto, tal vez debería trabajar en mí para dejar de buscar su aprobación y encontrar la mía”.
Aunque el ejemplo suena algo extraño, extremo y un poco ridículo. En realidad, dejar ir puede tratarse de cambiar la manera en que vemos la realidad, dejar de engañarnos a nosotros mismos y aceptar que tenemos el poder de cambiar nuestras conductas y actitudes; pero no tenemos el poder de cambiar a los demás, sus motivaciones ni controlar sus conductas; cuando aceptamos esto, es más fácil dejar ir a esa persona o relación y entonces deja de doler un poco.
En la vida cotidiana, dejar ir es mirar de manera realista cualquier situación, asumir la responsabilidad personal de lo que uno va a hacer para proteger o cuidar de uno mismo y luego hacerlo. Más allá de eso, permítete aprender de lo que acaba de suceder y comienza de nuevo, permítete sentirte triste y vivir un duelo por la persona o la relación; nuestras emociones no son negativas o positivas y, vivirlas, en lugar de reprimirlas, hará también que el proceso sea mucho más sano.
Como otras veces, es un placer poder compartir este espacio con ustedes. ¡Gracias!