Por: Dra. Rosa María Ortiz Prado
Los seres humanos somos un Zoon Politikon decía Aristóteles. Algo que se manifiesta en las diferentes especies animales y que contribuye a la organización y la supervivencia que puede no ser tan fácil en ciertos momentos; enfrentar el rechazo social puede ser una experiencia difícil para nosotros como seres humanos fuertemente sociales, gremiales.
Al nacer, crecemos en un entorno cultural que nos enseña a vivir con pertenencia, con convivencia; como sabemos, el primer entorno social es el de nuestros padres, donde aprendemos las bases de lo que será nuestra socialización posterior, sin embargo, a lo largo de nuestro desarrollo podemos enfrentar momentos en los que nos sentimos rechazados, no aceptados o no pertenecientes a ese grupo social, pudiendo hacernos sentir lastimados emocionalmente, pudiendo fomentar el desarrollo de un déficit de habilidades sociales, aun así, los seres humanos estamos capacitados para enfrentar multiplicidad de momentos difíciles en nuestra historia personal.
Reconocer nuestros sentimientos, aceptando el cómo nos sentimos sin ignorar el dolor y expresando a alguien de nuestra confianza nuestro malestar, puede servir como un apoyo importante para gestionar adecuadamente las emociones que van fuertemente asociadas, consciente e inconscientemente a nuestra socialización.
La práctica de la autocompasión y la atención plena implica tratarnos con auto cuidado y comprensión, como lo haríamos con un amigo verdadero al que le estuviera pasando algo semejante, eso nos serviría para manejar las emociones negativas. El no aislarnos podría ser una buena decisión ya que el aislamiento sólo conduce a empeorar la situación.
Lo mismo el perdonar y seguir adelante dejando el dolor atrás nos permitirá entender que el rechazo es una experiencia transitoria que no define nuestro valor como persona. Evaluar la situación sin apasionamiento nos permitirá saber si este grupo es verdaderamente importante para nosotros. También es útil enfocarnos en relaciones más significativas y positivas, identificando cómo nos hablamos a nosotros mismos y esforzarnos por ser amables, aceptando que todos podemos experimentar el rechazo en diferentes momentos de nuestra historia.
Ayudará el escribir un diario anotando nuestros pensamientos y emociones para procesarlos, siempre reconociendo nuestros logros, ello aumentará nuestra autoestima.
Y por último, practicar la gratitud reflexionando tres cosas cada día por las que podemos sentirnos agradecidos para enfocar lo positivo que la vida nos brinda por el mero hecho de estar vivos.
Recordemos que socializar es crucial para tener autonomía e independencia emocional, nos ayuda a entender nuestros distintos roles y fortalecer nuestra personalidad; no todos los seres humanos socializamos de la misma manera, para alguien podría ser fluido y fácil, y para algunos de nosotros puede parecer una manifestación un tanto difícil o pesada, sin embargo la mayoría de nosotros, en ausencia de psicopatologías que limiten esta área de función, es parte del psico desarrollo normal y del proceso de adaptación a la vida misma. Nos permite internalizar y aprender normas, valores y creencias que son necesarias para nuestra identidad e integración a nuestra cultura y a nuestra sociedad, influyendo en el cómo nos percibimos a nosotros mismos y a nuestro lugar en el mundo.
La socialización mejora nuestra salud emocional, reduce el estrés, estimula el cerebro y previene el deterioro mental, además de que el mantener relaciones interpersonales armónicas y diversas, enriquecerá nuestra perspectiva vital y nuestro conocimiento del mundo.
Mantener una vida social activa previniendo el aislamiento, nos permitirá una mejor calidad de vida, añadiéndole años a la vida y vida a los años que es mejor.
¡Gracias por leerme!.
Psicóloga clínica
Maestra en neurociencias
Rosa María Ortiz Prado
