El año 2024 será recordado como un hito histórico en nuestro México. El año en que una mayoría de más de 33 millones de mexicanos y mexicanas eligieron, de forma clara y contundente, a una mujer para dirigir los destinos del país. Eligieron a Claudia Sheinbaum, una mujer de 61 años, académica y científica por muchos años; madre y abuela, y hasta hace meses, ex jefa de gobierno de la Ciudad de México.
A días de esa inédita victoria, mientras leemos las portadas de los principales diarios nacionales e internacionales que reportan este avance fundamental en la política mexicana, una mujer en la presidencia por primera vez en 200 años del México independiente vale la pena detenernos en el origen de este cambio histórico.
Sin dejar de considerar el respaldo en las urnas al gobierno del presidente López Obrador y el fenómeno Morena que hizo que la coalición ganadora se impusiera en la pasada jornada electoral, no debemos dejar de visibilizar el origen de la lucha de las mujeres que el pasado domingo alcanzó un triunfo inédito.
La lucha feminista para ampliar la participación política de las mexicanas, lo sabemos, ha sido un proceso lento, y hoy vemos que ha rendido frutos. Gracias a la lucha de las llamadas sufragistas, el reconocimiento al voto de las mexicanas fue obtenido en 1953, sin embargo, desde esa fecha tuvieron que pasar casi 50 años para lograr que las cuotas de género (2002) pudieran reconocerse en la ley nuevamente, gracias a la lucha de mujeres insistencialistas de todas las fuerzas políticas de ese entonces, lo que permitió garantizar un porcentaje (30% inicial) de representación femenina en candidaturas al Congreso, esto no estuvo exento de que los partidos políticos cometieran trampas a la ley.
Después de ello, vendría 2008, año en el que se incrementarían las cuotas al 40% y desde entonces hasta 2019, pasaron otros largos once años para ver cristalizado un avance cuantitativo inédito en la participación política de las mujeres en todos los espacios de poder: la reforma constitucional de #ParidadenTodo, como se le conoció, vino a ser el acelerador que permitiera garantizar el principio de paridad en todas las postulaciones políticas y en cargos de poder en México. Desde entonces México entró en un momentum distinto e inigualable. A base de exigir cumplir con la paridad y la alternancia, el cambio se fue dando a pasos acelerados.
Hoy vemos derrotadas muchas barreras que impedían a las mexicanas ocupar los espacios de poder que hace apenas un lustro parecían inalcanzables: mujeres presidiendo el Banco de México, el INAI, la Suprema Corte, el INE, el Tribunal Electoral y el INEGI (todo simultáneamente). A nivel de las gubernaturas este año serán 13 las mujeres que estarán al frente en sus estados, el Congreso de la Unión es y seguirá siendo paritario al igual que los congresos locales.
En su primer discurso la noche de su rotundo triunfo, Claudia Sheinbaum dijo frente a millones de personas que seguían la noticia de los resultados electorales: “No llego sola, llegamos todas”; lo dijo así porque Claudia tiene claro que este logro es colectivo, es el logro de todas las mexicanas, porque para lograr que en un país machista como ha sido México, llegara una mujer al más alto cargo de responsabilidad política, tuvieron que romperse muchos mitos y barreras legales y algunas de cristal, y todo ello provino de la lucha feminista de nuestras ancestras, nuestras abuelas y nuestras madres.
Por eso, el lema cobra sentido. No es un triunfo individual el de Claudia Sheinbaum, es un triunfo que debemos asumir todas como propio y así también todas debemos comprometernos a lograr con ella, en colectivo, el avance de nuestra agenda de derechos que ha quedado pendiente y con ello construir un nuevo México, el país igualitario para todas y todos.
Mariana Benítez Tiburcio
Abogada, diputada por Oaxaca y activista por los derechos de las mujeres
