Por: Dra. Verónica Aguilar
En la época actual, los requerimientos de mantenerse joven y con un aspecto saludable son muy altos, aunque existen personas que aún no requieren un procedimiento quirúrgico o que no están dispuestas a hacerlo por diferentes razones: sociales, económicas, médicas, etc. Afortunadamente se cuenta con múltiples recursos para mejorar el aspecto facial, algunos de los más utilizados y con resultados más sobresalientes son la toxina botulínica (Botox) y los fillers (ácido hialurónico).
La pregunta recurrente de los pacientes es: ¿Cuál es mejor de los dos? La respuesta es simple: ambos tratamientos son complementarios, no sustitutivos; es decir, si lo que deseamos es disminuir las líneas de expresión facial relacionadas con movimientos musculares, lo ideal es aplicar toxina botulínica, ahora, si además requerimos reposicionar o recrear volumen, lo ideal es aplicar fillers. En algunas áreas se requiere inicialmente el uso de toxina y posterior a ello, para terminar de corregir, el uso de fillers, esto para lograr resultados muy naturales y con una gran mejoría para el rejuvenecimiento y la armonía facial.
A pesar de que ambos tratamientos son bastante seguros y han superado la prueba del tiempo, no son procedimientos que se encuentren exentos de riesgos y complicaciones, por lo cual es muy importante que sean aplicados por profesionales debidamente entrenados.