¿Amamos o dependemos? Relaciones codependientes

Por: Dra. Rosa María Ortiz Prado 

Los seres humanos desde que nacemos establecemos vínculos, primeramente, con la madre y consecuentemente con la gente que nos cuida y nos rodea, quien configura nuestro circuito afectivo. Cuando somos pequeños dependemos de manera total de nuestros cuidadores para sobrevivir y desarrollarnos, este proceso va disminuyendo de manera gradual, concluyendo con el objetivo alcanzado de ser autónomos y maduros. Sin embargo, el estilo de apego desarrollado en nuestros primeros años puede afectar la manera en que establecemos relaciones afectivas en nuestra vida adulta.

El apego seguro, no ambivalente o sobreprotector, generará recursos emocionales para construir apegos seguros adultos. El amor sano se basa en la capacidad de establecer apego funcional, sin confundir el amor con la dependencia afectiva, puede ocurrir en las relaciones de pareja, de amistad, etc., el sobre apego se da con manifestaciones de miedo a la pérdida, al abandono, a la soledad o a otros aspectos que nos debilitan y nos hacen establecer relaciones adictivas, incluso patológicas. No existe nada destructivo en amar a alguien y poder hacer todo lo que esté en nuestras manos por el bienestar de esa persona, siempre y cuando, este dar, no afecte nuestra identidad, valores, principios o proyecto de vida.

El sobre apego, a diferencia del amor, se define como la dependencia o adicción a algo o a alguien, condicionando relaciones codependientes que nos hacen sufrir, esclavizándonos e impidiéndonos ver la realidad, haciéndonos creer que tenemos que “pertenecer” o “poseer“ a alguien; este amor enfermizo implica la pérdida de la dirección funcional de nuestra propia vida, al estar pendientes o vigilantes de la vida del otro, queriendo controlar lo que dice, hace, piensa y, fantasiosamente, creyendo que conocemos absolutamente todo sobre esa persona, casi respiramos por ella, perdiendo así, nuestra propia valía e independencia, siendo muy difícil salir o escapar de estas relaciones que por lo regular, están basadas en el miedo, sintiéndonos impreparados para la pérdida o separación, porque no concebimos la vida sin esa persona que creemos nuestra fuente de seguridad.

La vivencia de estas relaciones es semejante al circuito vicioso del adicto cuando está bajo los efectos de la droga o cuando esta se le retira, siendo desde esta óptica, el codependiente entonces un adicto afectivo, que piensa que necesita al otro para vivir o que requiere la gratificación en el otro, como el adicto al psicotrópico,  aferrándose a la relación aun cuando esta le cause dolor, manteniéndose así, una homeostasis patológica complementaria, estas conductas pueden ejercerse aun sin darnos cuenta, ya que  fueron adquiridas a lo largo de la vida; cuando uno de los dos empieza a romper este patrón e inicia el alejamiento, se produce la crisis que puede entonces crear la conciencia de buscar ayuda y descubrir los patrones adictivos y resolverlos para alcanzar una vida con plenitud, recordemos que todos tenemos derecho a una vida en armonía y equilibrio.

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