La amistad, elemento esencial de nuestros más grandes lazos afectivos
Alfredo Velasco Méndez, empresario oaxaqueño nacido en Juxtlahuaca; entusiasta promotor de la vida cultural de nuestro Estado; amante de la vida, los caballos, los perros, las flores, pero, sobre todo, de la amistad y del amor.
Es un gran privilegio y un honor tenerlo en nuestras páginas. Hoy nos permite entrar en su intimidad y nos comparte de viva voz lo que para él significa la amistad, la cual valora profundamente y ha sido eje rector de su vida en general.
Socialmente: Sr. Alfredo ¿Qué significa para usted la amistad?
Alfredo Velasco: Primeramente, agradezco a la Revista Socialmente, la distinción que me hace en este número de su Sexto Aniversario, fecha coincidente con la celebración del Día del Amor y la Amistad, que hoy nos sorprende en presencia de esta ingrata pandemia. Gracias querida amiga Titi Espejo por tu entrega y compromiso permanente para construir estos sólidos lazos afectivos, que constituyen el basamento y el germen fecundo para que florezca la amistad.
Con respecto a la amistad diré que ya la han definido escritores, filósofos, poetas y un gran número de personas alrededor del mundo; la amistad es una relación interpersonal que va más allá de la sola presencia física; son lazos que se van creando a través del tiempo, por sentimientos comunes, inquietudes similares, situaciones de confianza; son lazos que permanecen y trascienden.
Jorge Luis Borges diferencia el amor de la amistad de una manera muy clara y precisa, dice que el amor exige cercanía, confianza, confidencialidad y para la amistad, no es indispensable la cercanía; nuestro mejor amigo puede ser que esté lejos de nosotros, pero cada vez que nos volvemos a ver o hablamos seguirá siendo nuestro amigo.
Existen, en la compleja y variada relación humana, varios tipos de amistad; por ejemplo: los amigos verdaderos se cuentan con los dedos de una mano; también hay personas que conocemos por medio de nuestro trabajo o en la escuela, que tal vez es un segmento mayor; así mismo llegamos a conocer personas por el trato cotidiano, pero no entran en el rango de nuestras amistades, aunque debieran. La amistad es ese lazo que no se rompe nunca, puede haber distancia, pero el lazo permanece para siempre.
La amistad para nosotros los mexicanos, tiene características singulares, a nuestros amigos que más apreciamos, buscamos la manera de hacérselo sentir, haciéndolos nuestros compadres; desde niños en la escuela, en el deporte o en el trabajo; a nuestros amigos les decimos cariñosamente, compas, compitas y cuando bautizamos a nuestros hijos, hacen su primera comunión, cumplen quince años, se gradúan o se casan, siempre escogemos para compadres a quienes consideramos nuestros mejores amigos y con cualquier pretexto los hacemos nuestros compadres.
Mi padre tenía muchos compadres, es decir, muchos amigos, un día le pregunté a mi madre de los muchos compadres que tenía y que yo no le encontraba el vínculo del compadrazgo; por ejemplo, le pregunté ¿por qué es su compadre Don Eloy González Tello?, bueno, me contestó mi madre querida, porque fue padrino de bendición del “Gamito” un caballo de tu papá, ¿y con Don Macario Gil, por qué son compadres?, porque le llevamos a bendecir su camión; y así, los mexicanos apapachamos con esos cálidos gestos a nuestros mejores amigos, lo que nos lleva a concluir que la amistad para los mexicanos convoca a un acercamiento que celebramos con algarabía y con fiesta.
También recuerdo que cuando era niño e íbamos a algún pueblo, mi abuela me hacia la siguiente recomendación: “no vayas a despreciar nada de lo que nos ofrezcan o nos obsequien, porque nuestras gentes de las comunidades se “sienten” sino las aceptamos”. Esto es una herencia de nuestra fina cultura de los pueblos originarios, siempre que vamos a alguna comunidad, nos ofrecen por lo menos un plato de frijoles o una tortilla con sal, que a veces, ni siquiera la tienen para ellos mismos, pero nos lo dan de todo corazón.
Ahora recuerdo que en alguna ocasión acompañando a Doña Anita Vásquez Colmenares, quien hacia una profunda investigación de la gran diversidad de tortillas que se elaboran en todo nuestro Estado, al visitar el poblado de Santo Domingo Tonaltepec en la región mixteca, las señoras lugareñas de esa comunidad nos mostraron cómo se elaboran las tortillas de la región que son hechas de trigo; después de haber degustado una deliciosa comida que nos ofrecieron, una mujer de la comunidad nos dirigió unas breves, pero muy sentidas y bellas palabras, las cuales estuvieron a punto de hacernos llorar, al advertir la profundidad que tienen nuestros pueblos por el sentido de la amistad; estas fueron las palabra que pronunció: “Gracias amigos, porque este día, es un día de gran felicidad para nosotros, porque ustedes se comieron nuestros frijolitos y nuestras tortillas y eso que ustedes se comieron somos nosotros y vamos a estar acompañándolos para siempre y ustedes se quedan a vivir en nuestros corazones, porque no nos despreciaron, porque aceptaron lo que les ofrecimos desde lo más profundo de nuestro ser”, fue en ese momento que pude entender las recomendaciones que me hacía mi abuela.
La relación afectiva del hombre es fundamental e indispensable en el desarrollo del ser humano; es decir, es una condición inmanente porque somos aspiracionales, todos queremos encontrar algo, nos imponemos objetivos y tenemos anhelos porque siempre permanecemos en la búsqueda de algo; lo fundamental es que siempre estamos dispuestos a crear lazos, establecer vínculos y profundizar en nuestras relaciones aun con los que no piensan igual que nosotros; la amistad nos hace tener un sentido de igualdad sin importar, rangos, clases sociales, facultades, capacidades, recursos, etc. La amistad es acercarnos con respeto y afecto al otro, sin fronteras, sin desconfianza, sin que nadie esté por encima del otro.
La ternura es quizá el elemento esencial que se encuentra ausente en la construcción de una sociedad armoniosa, como lo afirma la Premio Nobel de Literatura Olga Tokarczuk y me traslada obligadamente al recuerdo de mi adorada madre, que en muchos de sus actos, no solamente los de carácter familiar, sino también en otros que tuvieron repercusiones en la estructura social de mi pueblo y de su tiempo y, en muchas otras acciones de hombres y mujeres que han dejado huella en mis recuerdos, por la generosidad de sus actos que implicaron acciones de calidez y de arropamiento que son consustanciales a la amistad. La amistad es un regalo que hoy celebro y que guardaré por siempre de quienes han estado en mi vida a pesar de la distancia y del tiempo.
1 Chucho Gallegos
Periodista, conductor de radio y televisión, jefe de información de la revista Tele-Guía, fundador de la revista TVyNovelas y creador de los premios TVyNovelas
El amigo se cultiva, no cae del cielo
El escritor francés Antoine de Saint-Exupéry dice en su libro “El Principito”: “la esencia no está a la vista del ser humano. Es un sentimiento que se comparte, es la democracia que nos permite con plena libertad escoger a un hermano, sin que la naturaleza nos lo imponga”.
El amigo es tan cercano que puede ser tu hermano, tu padre, el compañero de la escuela, la persona que conociste en tu juventud, en tu madurez y en tu vejez. Nunca es tarde para conquistar un amigo, porque eso es, una conquista de afinidad.
No hay un tiempo determinado para presumir el honor de tener un amigo, como en mi caso, presumo la amistad que me une con mis hermanos de aventuras, cómplices de sueños: Alfredo Velasco y Héctor Racine; este último american citizen.
El amigo es aquel con el que compartes tus ideas, con el que emprendes tus sueños, con el que ríes, con el que lloras, con el que te confiesas, con el que aceptas que te diga tus verdades, con el que compartes el pan, tu cómplice, tu juez, del que sabes que jamás te va a traicionar ni con triquiñuelas, ni acostándose con tu mujer.
Es tu siamés, es un sentimiento profundo, digno y nostálgico cuando oyes a Alberto Cortez: cuando un amigo se va, queda un espacio vacío que no lo puede llenar ni la llegada de otro amigo.
“Los amigos son como los buenos libros, no es necesario tener muchos, sino tener los mejores” (Frase anónima)
La amistad no está a la vista del ser humano, es un sentimiento que se convierte en hombre.
2 José María Covián Herrera
Arquitecto, empresario y ex funcionario público
Dedicado a mi muy estimado amigo Alfredo Velasco:
Todas las almas de los hombres son inmortales pero las almas de los justos son inmortales y divinas (Sócrates).
Alfredo Velasco es un hombre comprometido que enaltece con su amistad diversos valores de confianza, afecto, lealtad, respeto, solidaridad, generosidad, sinceridad y congruencia que sólo se logran con los años en el trato asiduo y recíproco; principios que, de manera natural, brotan con su amistad, como la sangre a la herida o como el río acude al mar.
Su actuar no se queda en la simulación simple del decir amigo, también ha sabido serlo sin dejar sombras de duda y que sólo se encuentra en la verdadera amistad, esa que deja huella.
3 José Alfredo Jiménez Medel
Autor y productor del espectáculo: “Así fue mi padre”.
La amistad es un concepto bastante complicado de definir porque cada ser humano tiene su propia interpretación de la misma; hay quienes llegan incluso a traicionarse y siguen siendo los mejores amigos, porque la verdadera amistad es capaz de perdonar casi todo. La amistad es una relación afectiva que puede establecerse entre dos o más personas y se vincula con valores humanos como el amor, la lealtad, el compromiso, la sinceridad y la incondicionalidad.
Cuando realmente se es amigo, no importa el tiempo ni la distancia, la edad o el género, porque sabes que esa persona estará siempre ahí, para ti, en cualquier circunstancia de la vida y lo mismo harías tú. La amistad no es algo fácil de lograr, es de esas cosas difíciles de hallar en la vida, casi tan difícil como encontrar a la pareja ideal; la verdadera amistad va más allá de verse y saludarse, es una conexión, incluso, a nivel espiritual.
En este mes de la amistad quiero desearles a todos los lectores de la Revista Socialmente y en especial a mi amigo y compadre, el Lic. Alfredo Velasco Méndez, el mexicano más orgulloso de ser oaxaqueño que conozco, nacido en el hermoso municipio de Juxtlahuaca, que tengan un feliz día y mes de la amistad; espero que pronto salgamos de esta terrible pandemia que, sin duda, nos ha puesto a prueba a todos los seres humanos tanto en lo laboral, la salud, el amor y la amistad.
No descuidemos a nuestros seres queridos, a esas personas que incondicionalmente, siempre están ahí para nosotros. A quienes llamamos amigos, recuerden, como dice el dicho, “quien encuentra un amigo, encuentra un tesoro”.
¡Cuídenlo!
4 Juan Arturo López
Escritor, poeta, pintor y político
Don Alfredo Velasco Méndez es un ser excepcional. Tengo el privilegio de conocerlo desde niño y de apreciar su enorme cariño por la familia, los amigos y también por ese lugar entrañable donde nació, Juxtlahuaca, parte de sus grandes amores.
Recordarlo, especialmente este 14 de febrero, día de la amistad, es un gran acierto, porque él desborda aprecio y afecto a cada instante; en esta vida, breve como un suspiro, en la que somos apenas una mini partícula del cosmos y toda vanidad es pasajera, él ha sabido convertir la suya en un ejemplo de veneración al terruño; de honrar permanente la palabra; de generosidad con la comunidad y de prodigar un inmenso amor familiar. Hermosos rasgos que lo enaltecen y hablan de su alta calidad humana, digno ejemplo para las nuevas generaciones.
5 Ana María Guzmán de Vásquez Colmenares
Escritora e investigadora de la vida cultural oaxaqueña, esposa del gobernador Pedro Vázquez Colmenares (+)
La amistad en tiempos difíciles
Las etimologías nos ofrecen caminos intransitados. Es lógico vincular el vocablo amistad directamente con el amor, pero no se ve tan claro cuando afirmamos que la amistad es una forma de cordura en las relaciones sociales.
Es que estamos acostumbrados a pensar en la cordura como lo opuesto a tener la mente enferma. Pero la cordura, atendiendo a su etimología (de cor, cordis, corazón y el sufijo -ura, actividad) significa no sólo tener buen juicio, sino también quiere decir actuar con el corazón, con sensatez y nada más sensato en las relaciones humanas, que amar al Otro.
Pero aquí es importante preguntarnos por una definición necesaria. ¿Quién es el Otro? Tal vez estamos acostumbrados a escuchar versiones desde ópticas religiosas que a lo largo de la historia han buscado el apoyo mutuo. Amarás a tu prójimo como a ti mismo es uno de los primeros mandatos de la fe cristiana; pero no sólo de ella. Tradicionalmente se ha pensado que el Otro, es el prójimo, el próximo, el que está cerca; y esa cercanía implica que sea de mi sangre, que piense como yo, que esté de acuerdo conmigo. A veces se exige que tenga el mismo color de piel, la misma educación y hasta la misma capacidad económica.
El Papa Francisco, sin duda un religioso con una mente inteligente y abierta, expresa, en su última encíclica “Fratelli tutti”, una posición novedosa. El prójimo no es solamente aquel que tiene cercanía conmigo. No se convierte en mi prójimo porque esté próximo a mí en el afecto o en el espacio vital. “La propuesta -escribe en forma contundente- es la de hacerse presentes ante el que necesita ayuda, sin importar si es parte del propio círculo de pertenencia” y, Francisco, generosamente invierte los términos tradicionales afirmando que hay que cruzar todas las barreras culturales e históricas y ante el sufrimiento, volvernos “cercanos a cualquiera”; o expresado de otro modo: muy especialmente en esta época no hay que decir: tengo “prójimos” a los que debo ayudar, sino que, como dice Francisco, “yo debo volverme un prójimo de los otros”, sin importar su cercanía física o sus coincidencias conmigo.
Pero aún mirado desde una óptica secular, sin ningún matiz religioso, es innegable que los humanos -y aquí otra vez la luz de las etimologías, el vocablo humano viene de humus, tierra-, formamos todos parte de la especie humana. Somos semejantes en esa calidad de ser polvo y estar destinados a volver al polvo. Por esa razón común debemos amar al Otro y convertir su bienestar en nuestra propia satisfacción.
En palabras del científico español Francisco Mora “los Otros son nuestra referencia humana, constantemente activa, con la que día a día, nos construimos a nosotros mismos.” “Nuestra existencia no sólo intersecciona con otras existencias en un destino comunitario, sino que mi existencia se autoconstruye con todas las demás existencias que a mi vez ayudo a construir”. Y escribe una hermosa frase: “Trata a los demás como te gustaría que te trataran a ti, cuando te sientes inerme y desamparado”
La medida de recibir es la misma que la de dar. Sólo recibes lo que das.
En la mitología griega se cuenta la fábula de Narciso. Narciso era un joven efebo que había descubierto que la superficie cristalina de un lago reflejaba su imagen y acudía puntual todos los días, enamorado de lo que veía. El lago amaba a Narciso porque todos los días lo visitaba y se quedaba largas horas recostado en su orilla contemplando su belleza. Pero el lago nunca imaginó que Narciso no lo amaba a él, sino a su propia imagen reflejada en sus aguas. Era un amor egoísta que no daba, sólo recibía.
En la amistad verdadera, ciertamente los amigos deben verse reflejados uno en el otro, pero no como refleja la imagen egoísta de un espejo, sino como reflejan las aguas generosas de un lago. Porque el lago le revela a quien se asoma a su caudal su propia imagen, pero le muestra también que el agua que contiene puede calmar su sed y darle frescura. La amistad de los amigos es un camino de doble vía.
Ama a tu amigo, porque amarlo, es amarte.
6 Jesús Martínez Álvarez
Ex gobernador de Oaxaca
La amistad más allá del tiempo y la distancia
La amistad ha sido puesta a prueba en estos tiempos de pandemia y ha salido victoriosa. Ello se debe a que una de las especialidades de la amistad es su capacidad para vencer adversidades y fortalecerse en los momentos difíciles. Por eso, el virus y las medidas para combatirlo, pudieron confinarnos, recluirnos, aislarnos, pero no pudieron separarnos. La amistad salva distancias y tiempo, de manera que dos o veinte personas que se aprecian pueden dejar de verse durante dos meses y dos años y cuando vuelven a encontrarse charlan como si el tiempo no hubiera pasado.
Los lazos de amistad perseveran en el tiempo y también en la distancia. Los amigos de infancia, de juventud, de primera madurez, pueden alejarse, pero no desaparecer, pueden mudarse, pero no olvidarse, pueden incluso morir y sin embargo, no irse nunca.
Amigas y amigos, sabemos que contamos el uno con el otro; a pesar de los años y de otras circunstancias, estamos seguros de que, en el momento necesario, en el instante preciso, podremos pedir ayuda o enviar un saludo o requerir auxilio, y que él o ella, esas amistades indelebles, estarán allí, siempre dispuestas. No hace falta preguntarlo ni constatarlo, si tienes un amigo, sabes que así es. Más aún, si la amistad supera los riesgos del tiempo y la distancia, supera igualmente las diferencias de pensamiento.
La amistad está por encima de las divergencias ideológicas, las preferencias políticas o las aficiones deportivas. Puede que algunas personas digan que no es así y que sostengan lo contrario: que las diferencias atrofian, incluso, la amistad más fuerte; yo respeto esa afirmación, pero dentro de mí, siempre sospecho cuando eso sucede, que en ese caso, tal vez la amistad no era tal sino algo parecido, porque la amistad suele ser grande y generosa, inteligente y tolerante, es estar más allá de la distancia y el tiempo.
Esa es la amistad que yo conozco y hoy celebro.
“Agradezco a todos mis queridos amigos que hoy nos están dando su testimonio de la amistad, los llevo siempre en mis recuerdos y en mi corazón”. Alfredo Velasco Méndez.