Por la Dra. Rosa María Ortiz Prado
Todo inicia en silencio, ocurre en silencio y termina en silencio, el cuerpo de un niño o niña que vive abuso sexual queda marcado de por vida lo mismo que su mente.
El adulto sobreviviente del abuso sexual en la infancia siempre vivirá secuelas, aún después de haber acudido a proceso psicoterapéutico, en momentos críticos de su vida, su percepción se verá matizada por la dificultad de confiar plenamente en los demás, frecuentemente guarda silencio ante eventos de injusticia hacia su propia persona, ante su propia consigna de no querer lastimar a los demás, no demuestra lo que realmente siente. El niño o niña que es abusado, crece con mucho temor al rechazo y se vuelve maduro e hipervigilante de lo que los demás opinen de él, el paradigma de pensamiento es: si expresas lo que piensas te rechazarán y pondrán en tela de juicio tu capacidad.
El abuso puede generar en el pequeño o pequeña, ansiedad, insomnio, depresión, crisis de pánico, angustia, irritabilidad, trastornos de la alimentación y la dificultad de establecer con el mundo una relación sana, en donde pueda decir abiertamente lo que piensa, aunque los demás no estén de acuerdo; como mecanismo de compensación puede esforzarse por ser brillante académicamente, en el deporte o en actividades donde pueda demostrar que vale, ya que su autoconcepto ha sido profundamente dañado e intenta recuperarlo.
Existe un común denominador que reúne los factores que refuerzan la sensación de indefensión en el niño (que es abusado), estos son: la ausencia de congruencia en la familia, la presencia continua del abusador sexual al que no puede señalar por miedo y el profundo dolor emocional que vive en silencio.
Ellen Bass en su libro: “El coraje de sanar” habla de los costos del abuso sexual vivido en la infancia, se pagan con mucha frecuencia durante toda la vida, ya que la indefensión, aunque no destruye de manera total la personalidad, genera una constante sensación de desesperanza; esta vida de indefensión hace que dude constantemente de sí mismo y de sus capacidades, sin importar cuantos logros o experiencias de éxitos tengan, la sensación interna es estar destinado al fracaso, ya que el niño o niña no pudo transformar a su familia de origen para que no ocurriera el abuso y vive en una constante frustración al no poder transformar su realidad, al no poder cambiar el mundo que le derrumbaron y lleva a vivir a estos seres humanos con un sentimiento que se conoce como desesperanza aprendida, que es el principal costo de la indefensión.
Algunos autores sostienen que la vivencia del abuso sexual en la primera infancia es similar al estrés postraumático que se vive en áreas de conflicto de guerra. Sabemos que un alto porcentaje de perpetradores del abuso sexual se encuentran dentro del núcleo familiar y es alguien, en la mayoría de los casos, muy cercano al menor.
Yo les pido que observen a sus niños y, cualquier cambio significativo en su conducta o en su estado de ánimo, sean valorados, así podemos detectar y atender a tiempo sus manifestaciones emocionales. Vivir abuso sexual en la infancia es una de las más grades traiciones que el ser humano puede vivir.
- Libro recomendado “El cristal roto de José Luis Canales”.