Por Alejandra Santaella
El pasado viernes ocho de septiembre, Karen Castilla, esperaba a que su hermana Mara Fernanda, de 19 años de edad, regresara después de haber ido a una fiesta. Sin embargo, a las cinco de la mañana del día sábado nueve de septiembre, sería la última vez que escucharía su voz.
Karen, se dio cuenta a las 9:30 que Mara no había llegado, por lo tanto, decidió revisar el correo electrónico y se percató que había utilizado el servicio Cabify; después, acudió a las cámaras de seguridad del fraccionamiento en el que viven y vio que un auto se estacionó y que Mara no había bajado, después de un tiempo, el carro se fue.
Aproximadamente, a las 14:30 horas, Karen y su madre fueron a la fiscalía e interpusieron una denuncia. Los voceros de la fiscalía solicitaron primero la comparecencia de los amigos de Mara y, en ello, dedicaron un día entero, pero dejaron pasar el hecho de que la última persona con la que se vio a la joven fue con el conductor de Cabify.
La noche del sábado nueve de septiembre, Ricardo Alexis, el conductor que había sido designado para el viaje de Mara, se presentó de forma voluntaria ante el ministerio público, en donde reconoció que prestó el servicio, pero que, metros antes de llegar a su casa, la joven descendió de la unidad. Y el chofer fue puesto en libertad porque no había pruebas en su contra.
En una conferencia por parte de la fiscalía del Estado de Puebla, se detalló que la geolocalización del teléfono de Mara Fernanda y de Alexis coincidían en los mismos lugares. Posteriormente, los datos arrojaron que, en el Motel del Sur, aproximadamente a las 6:47, había ingresado el automóvil en el que viajaban. Cerca de las 8:15, los empleados notaron, que en la habitación número 25, hacía falta una toalla y una sábana (en la que Mara después fue encontrada muerta).
Las cifras del Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI), arrojan 427 mil 968 homicidios entre 1990 y 2016 y, en tan sólo lo que va de este año, el Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP), ha añadido 16 mil 152 homicidios entre enero y julio. A Mara le tocó ser uno de estos casos; salió de su casa y en ningún momento pensó que sería víctima de la situación que le ha tocado hacer frente a México y, sin embargo, aún parece ser deficiente lograr detener que las mujeres nos sintamos acosadas y dañadas por lo que los hombres hacen y dicen. Ahora, ella se ha convertido en parte de las estadísticas que abonan a Puebla y dan terror.
Según el Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas en esta entidad, se tiene el mayor número de personas desaparecidas en el país con 824 víctimas. El Código Federal Penal dicta, en el artículo 325, que hay razones de género cuando: existan señales de violencia sexual como una violación; la mujer presente mutilaciones de senos u órganos sexuales; se compruebe que entre la víctima y el victimario hubo una historia previa de violencia; haya existido una relación de pareja; existan amenazas de violencia previas; la mujer hubiese sido incomunicada antes de la privación de la vida; y, el cuerpo haya sido dejado en un lugar público con señales de violencia sexual o mutilación.
Después de vivir situaciones como éstas, los organismos de las Naciones Unidas, han condenado los hechos y exigen una investigación que implique el peso de la ley y que tengan visión con perspectiva de género. Este escenario no sólo implica la responsabilidad de las mujeres y que se aumente su nivel de protección para prevenir la violencia, es un evento que involucra a todos los mexicanos; no podemos permitir que siete mujeres sean asesinadas cada día. Debemos de mostrar, como ciudadanos, que estamos realmente indignados y que es momento de trabajar en un respeto a la figura femenina.
Debemos analizar la idea de que toda persona debe sentir la seguridad de caminar y andar en las calles de nuestro país a la hora que sea y en el lugar que sea; por ello, es necesario modificar principios que fortalezcan la educación de la ciudadanía y, sobre todo, los elementos que imparten justicia, deben de ser conscientes de que no pueden seguir más situaciones como estas. No condeno ni castigo el trabajo que los abogados de los acusados hacen, pero si no realizan un trabajo exhaustivo, en el que indaguen a quién están defendiendo, no podremos detener que esta clase de personas sigan caminando en las calles.
Mara, hoy todas las mujeres deseamos jamás estar en tu lugar, castigamos y condenamos a la persona que te hizo daño y exigiremos, hasta cansarnos que, como mujeres, nos respeten. Porque queremos vivir libres, siendo felices y, sobre todo, vivir con tranquilidad. No queremos ser parte de una estadística. Las muertas de Juárez y las que mueren en todo México y el mundo, tengan la tranquilidad de que quienes aún estamos en la tierra, trabajaremos para que dejen de suceder cosas como estas. Porque estamos cansadas y lucharemos para que nuestra voz sea escuchada.
Ojalá que los políticos en las futuras campañas electorales se den cuenta de que este problema nos está dañando más de lo que parece y tomen esta situación para crear soluciones eficientes y no sólo sea un tema que quede en promesas vagas. Yo no quiero convertirme en un simple número de caso. Detengamos esto juntos.