RENOVARSE O MORIR, PRI.

Las últimas semanas de la campaña en el Estado de México, podrían resumirse en acusaciones de: “Todos somos corruptos, pero tú eres más corrupto que yo”. Más que un ejercicio democrático de diálogo abierto y participación ciudadana, la elección terminó convertida en un mar de dimes y diretes que sacaron a relucir lo peor del sistema político mexicano.

La estrategia del Revolucionario Institucional consistió en atacar la figura de Andrés Manuel López Obrador; los discursos y declaraciones de Ochoa Reza, giraron en torno a la presunta corrupción que existe en MORENA, olvidando promover a Del Mazo y las propuestas que éste tenía para el Estado de México.

El Revolucionario Institucional, sigue sin admitir que se encuentra en crisis. Las fracturas dentro del partido han permeado en el sentir social y han mermado la confianza de la militancia en su Instituto político. 2018 es ahora y, el PRI, sigue sin tener un candidato que le permita contender de manera efectiva en la próxima elección para presidente de la República. Los cuadros son débiles y la imagen del partido se ha desgastado debido a la incapacidad de sus dirigentes para hacer frente a las problemáticas sociales que se han presentado durante los últimos años.

El enemigo a vencer no es MORENA, sino los propios priistas, esos que han utilizado al partido como medio y justificación. Los mismos que siempre prefieren guardar silencio antes que decir algo que vaya en contra de alguno de los miembros del partido. Han confundido la disciplina partidista con la complicidad. Han tardado en pronunciarse sobre situaciones tan delicadas como la corrupción de los ex gobernadores y, en el peor de los casos, han defendido lo indefendible.

Han olvidado que se deben a la ciudadanía, a sus votantes, a las mujeres y hombres que, campaña a campaña, salen a tocar puertas para obtener los votos necesarios que permitan a sus candidatos y candidatas llegar a ocupar puestos de representación popular.

A la cúpula priista le hace falta caminar, conocer el territorio; a los votantes, escuchar y comprender el sentir de la sociedad. El PRI, ha olvidado que en su origen buscó ser el partido de la lucha campesina, obrera y popular.

Ahora, sus líderes, nos miran desde arriba, creyéndose intocables, como si nosotros, los de abajo, los críticos, la oposición, los inconformes… fuéramos unos desentendidos, infames, ignorantes, enemigos del progreso. Los líderes, olvidan que somos el grueso de la población y que confiar en su voto duro ya no vale. Si el PRI quiere ganar elecciones en 2018, deberá atender a la máxima: “renovarse o morir”. Está probado, cada día las despensas compran menos voluntades y MORENA lo sabe.

 

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