Por: Elizabeth Castro
Está hecho, por primera vez en México, los tres poderes de la Unión han sido electos a través del voto popular, o al menos una parte del poder judicial. Las comparaciones derivadas de los altos niveles de abstencionismo no se hicieron esperar; mientras algunas personas optamos por ver el vaso medio vacío, otros decidieron que era mejor verlo “medio lleno”.
Con un 87% de abstencionismo, la reforma judicial dio un paso al frente y consagró al equipo morenista al frente de las instituciones. Aunque hubo quien dijo que el número de votos en la elección superaba los sufragios obtenidos por partidos de oposición en elecciones locales y federales, lo cierto es que la comparación era injusta.
Al respecto, SPIN Consultoría, señaló que lo adecuado era comparar el ejercicio electoral con la elección de revocación de mandato de 2022, dado que ambas eran elecciones de partido, donde la movilización de las bases morenistas era la clave para la jornada electoral; sin embargo, la pérdida seguía siendo irrefutable, dado que en 2022 MORENA logró que el 23% del padrón electoral acudiera a las urnas; obra sin duda de Andrés Manuel López Obrador y su innegable poder de movilización.
La elección del poder judicial, operada por MORENA y cuyos acordeones obraron la magia que permitió a los ganadores posicionarse, es el primer ejercicio electoral de Sheinbaum y muestra de que, aunque el total de votos que alcanzó en la elección presidencial de 2024 supera a los obtenidos por su predecesor; su nivel de convocatoria y movilización son insuficientes.
En la práctica y sin el espaldarazo del patriarca del movimiento, el partido no parece obedecer a los deseos que la presidenta, porque una cosa es el cargo y otra el liderazgo; las facciones al interior de MORENA se manejan bajo lógicas disruptivas que evitan la cohesión del partido, y merman la capacidad de movilización en elecciones donde el oficialismo requiere legitimarse.
Sí, hubo ganadores; sí, la SCJN será integrada por personas electas a través del sufragio popular; pero la legitimidad que sostiene a los nuevos integrantes del máximo tribunal del país es endeble, y por si fuera poco a la par del escarnio público al que han sido y serán sometidos a lo largo de los próximos años, la duda sobre sus capacidades técnicas prevalece.
Por más que el discurso sobre la elección del pueblo, la democracia y el indigenismo intente permear al colectivo, este no logra superar lo que es obvio, la elección del poder judicial fue una elección de partido, los acordeones, las prácticas priistas (ahora morenistas) de desaparición y llenado de urnas y la movilización partidista, fueron tan notorias que no hay forma de que los ganadores se desliguen de la sombra de MORENA. Los ministros y ministras son parte del oficialismo, no hay más, no hay independencia ni autonomía. Ahora sí, todos los poderes de la unión pertenecen al movimiento.
