Por: Dra. Rosa María Ortiz Prado
Los seres humanos nacemos con un grito. Llegar a la vida es un proceso doloroso tanto para la madre como para el hijo. El sufrimiento emocional también es inherente a la vida, y todos lo atravesaremos en mayor o menor medida, en algún momento o circunstancia externa o interna que genere sufrimiento emocional. Es decir, no lo podemos evitar.
En nuestra fantasía, quisiéramos vivir sin dolor, lo cual es imposible. Incluso, intentar evadirlo puede ser bastante frustrante y muy poco efectivo. El dolor aparece en nuestra vida de diferentes formas y es necesario para nosotros, como cuerpos vivos, transitarlo para crecer y evolucionar. Aceptar el dolor tampoco implica darnos por vencidos o resignarnos, sino más bien, es aceptar aquello que no podemos cambiar y enfocar nuestra energía en aquello que sí podemos cambiar, para modificar nuestra situación o condición vital.
Todo ser humano, tarde o temprano, vivirá algún tipo de trauma, desilusión o separación, pero también todos tenemos las condiciones para superarlo (salvo casos excepcionales). En una vida relativamente normal y adaptada, todos podemos gestionarlo.
Existen técnicas para amortiguar el sufrimiento emocional que enfrenta el ser humano:
- Mindfulness o atención plena, que consiste en enfocarnos en el presente sin juzgar, observando nuestro sufrimiento de forma objetiva, sin exagerar, para así disminuir la ansiedad que acompaña todo dolor o malestar emocional.
- Respiración profunda y ejercicios físicos. Respirar profunda y abdominalmente, respirar conscientemente, estirar el sistema muscular, caminar despacio sintiendo profundamente nuestro movimiento, cada paso dado. Así, nuestro cuerpo ayuda a calmar nuestra mente y el cuerpo mismo.
- Concentración en actividades que nos generen interés o placer, poniendo principal interés en los detalles para distraer nuestra mente del pensamiento generador del dolor.
- Pensamiento positivo y autocompasión, repitiendo frases amables para nosotros mismos con reconocimiento de nuestros logros, manteniendo una actitud esperanzadora frente al dolor y frente a las dificultades.
- Técnicas de relajación, visualización creativa y meditación. Esto consiste en relajación muscular progresiva, imágenes guiadas e incluso ejercicios de autohipnosis, que ayudan a reducir la alta percepción del dolor y el malestar emocional.
- Buscar apoyo profesional y tener una red de apoyo social o familiar. El compartir con personas que entienden la situación nos ayuda a la catarsis, y el acudir a profesionales de la salud mental, nos ayuda a gestionar de manera más eficiente el sufrimiento emocional.
Dado que el sufrimiento, tanto físico como emocional, es inherente al ser humano, conocer estas técnicas nos ayuda a tener una mejor funcionalidad ante lo inesperado o ante lo difícil y de alta exigencia para nuestro cerebro emocional. Es decir, la práctica debe ser constante para dominar las técnicas e incorporarlas como herramientas útiles y vitales que podrán ser utilizadas cuando nuestro ser lo requiera.
Tres de los grandes pilares de la personalidad humana son la autoestima, la autoimagen y el autoconcepto, los cuales se verán fortalecidos con estas técnicas. De esta forma, podremos elegir utilizarlas en momentos difíciles, tristes, dolorosos y complicados para evitar caer en lo que, en neurociencias se llama: secuestro amigdalino.
Somos humanos con altas capacidades y a veces nos damos por vencidos antes de tiempo. Recordemos siempre que existen herramientas, como las mencionadas en este artículo, que son útiles para transitar en la vida. ¡Espero que les ayuden y gracias por leer!
Maestra en Neurociencias
Psicóloga Clínica, Certificada en Perfil de Desarrollo Emocional
Rosa María Ortiz Prado
