CUENTOS DE REFLEXIÓN.

POR: LIC. CARIME KURI FIERROS.

El Maestro Zen, enseñaba lo importante que era convertirse en el observador de tu propia vida y, ser el observador de la vida ajena. El alumno, desconcertado, reclamó diciendo que era imposible negar la ayuda a quién lo necesitara. En ese momento, fijaron su mirada en una rama donde se encontraba un capullo que comenzaba a abrirse; el alumno, de inmediato tomó una varita y, con delicadeza, ayudó a la mariposa a romper el capullo para que ella saliera. La mariposa extendió sus hermosas alas y voló…

– “¿Lo ve maestro?”- Comentó el alumno –“Estaba yo en el momento y lugar preciso para ayudar a la mariposa a liberarse de su prisión e iniciar su vuelo”.

En ese momento, la mariposa cae muerta a los pies del alumno; sorprendido, sin entender que pasaba, el Maestro Zen continúa con su lección explicando que “nadie tiene por qué solucionar o interferir en la vida de ningún ser, porque cada quien, debe experimentar lo que decidió vivir”. “El capullo contiene una substancia necesaria para fortalecer las alas de las mariposas, que sólo se adhiere a ellas cuando la mariposa rompe el capullo para iniciar su vuelo; este acto, lo acabas de impedir por ayudarla y, sin haber cumplido con su experiencia, murió rápidamente”.

APRENDIZAJE: Desde tu amor, conviértete en el observador. El pretender componer la vida de los familiares, amigos o extraños, para sentirte superman o wonder women y recibir las alabanzas, los aplausos o los agradecimientos, para alimentar en ti al ego que todos llevamos dentro, no trae buenos resultados. Desde tu amor, acompañas y fortaleces a quien está viviendo su propia experiencia, sin abrumarlo, sin limitarlo y sin tomar las riendas de su proceso.

Un guardia dedicado a tiempo completo, custodiaba la frontera. Todos los días pasaba un hombre en bicicleta con un costal lleno de piedras. El guardia, minuciosamente, volteaba su costal y revisaba piedra por piedra; hecho esto, revisaba las costuras del mismo y terminaba por revisar los bolsillos del hombre; al no encontrar nada, dejaba que el hombre continuara su viaje. Esto pasaba muy seguido. El guardia sabía, en su interior, que el hombre traficaba con algo, pero no lograba encontrar qué era y, mucho menos, a dónde lo llevaba. Su mente lo atormentaba tratando de descifrar el misterio. Un buen día, al llegar el hombre a la frontera, el guardia le comentó que sabía que transportaba algo más que piedras y que era sumamente hábil donde él no lo había descubierto. Le prometió no hacerle nada si le revelaba su secreto y lo dejaría ir. El hombre muy tranquilo le respondió:

– “Efectivamente, todas las veces que paso por aquí llevo algo de contrabando que no son las piedras, no está en mi costal ni en mis bolsillos, siempre llevo una bicicleta diferente”.

APRENDIZAJE: El guardia había centrado su mente en una historia que no existía, buscando lo que no aparecería y había perdido el real enfoque que estaba ante sus ojos, la bicicleta. A menudo, en las relaciones, permitimos a nuestro ego y a nuestra mente, que se enfoque en crear historias de todos los colores y tonos, donde no hay nada y se pierde el real enfoque de la relación, el AMOR.

Cuentos para reflexionar un poco más sobre la importancia de no perder el enfoque en lo que realmente interesa de nuestra vida, que es, el AMOR; un amor sin juicios, sin condiciones, reglas o límites, que nos permita llevar a cabo nuestras experiencias de vida en total paz interior.

No podemos cambiar nada ni se puede cambiar a nadie, pero sí podemos cambiar la manera de enfrentar nuestra vida si estamos situados en el perdón a nosotros mismos y no olvidar el amor universal.

 

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