Por: Elizabeth Castro
Pareciera que la mala suerte persigue a Adán Augusto López. Después de que se hicieran públicos sus nexos con Hernán Bermúdez Riquelme, y tras la captura de este en Paraguay, un nuevo escándalo lo volvió a colocar en el centro de los reflectores.
De acuerdo con un reportaje de N+ (propiedad de Televisa), entre 2023 y 2024 el senador habría registrado ingresos cercanos a 80 millones de pesos, cifra que contrasta con el salario que, como funcionario público, pudo haber obtenido durante el periodo y debía ser inferior al del Presidente de la República.
Cuestionada en la mañanera, Claudia Sheinbaum fue clara: López Hernández debía explicar el origen de su patrimonio, algo que el senador, en un intento de conferencia de prensa con cero control de daños, realizó. Las justificaciones fueron las de siempre, montos que derivan de herencias, venta de ganado, rendimientos de inversiones, pagos por servicios profesionales. ¿Dónde hemos escuchado eso antes?
Adán Augusto admitió haber recibido pagos de una empresa que durante su administración obtuvo contratos con el gobierno de Tabasco; pero enfatizó que eso no implicaba ningún conflicto de interés. Según su versión, él nunca firmó los contratos porque “esa no era su función”; además, mencionó que dicha empresa lo había contratado como “notario o asesor”, por lo cual las transferencias correspondían a un pago por sus servicios profesionales. Señalando así que no podía ser acusado de corrupción.
Lo que el senador no quiere ver es que, aunque su versión fuese cierta, la existencia de contratos previos financiados con dinero público socavaba su credibilidad, la cual venía en picada tras revelarse sus nexos con Hernán Bermúdez y el grupo criminal que, ahora sabemos, aterrorizó a empresarios tabasqueños durante años, y operó desde la Secretaría de Seguridad Estatal.
López Hernández se queja del fuego amigo, se rasga las vestiduras y vocifera que atacarlo a él es atacar al movimiento, pero no le importa dañar la reputación ni la credibilidad de MORENA. Además, su cercanía al grupo de López Obrador lo coloca en una posición incómoda para la administración de Claudia Sheinbaum quien busca demostrar que su gobierno va en serio contra la corrupción y el crimen organizado; pero ¿cómo luchar contra lo que vive en casa?, ¿cómo dar golpes firmes si cuando llega el momento de ir contra uno de “los suyos” le tiembla la mano?
Al final las presiones de los grupos de poder de MORENA pesan más que el anhelo de justicia y las ganas de cambiar el rumbo. En política las capturas, las caídas y las salidas se negocian. Y hoy la negociación gira en torno a Adán Augusto, habrá que ver para qué le alcanza, si para blindarse con la impunidad total o para mantener el fuero mientras entierra sus anhelos de “que siga López” en 2030.
